El último libro de Saramago, “Caín”, se inicia con una historia real: el señor, también conocido como díos, se dio cuenta que sus criaturas mas perfectas, adán y eva, presentaban un serio defecto de fábrica, les faltaba la voz, estaban bien hechos pero mal acabados, pero dado que díos era díos, y no un torpe cliente de Ikea, solventó con diligencia el error, y les dio la voz. Años vivieron felices adán y eva en el paraíso, cobrando buenas nominas sin tener, como luego declararon, responsabilidad alguna por sus actos. Pero un día les dijeron que serian expulsados del paraíso, algo parecido a como que no entraban en unas listas electorales y, dos días después de aquel día, adán y eva se revelaron y comieron de una fruta muy prohibida, que transformó el último don por dios concedido, la palabra, en un vicio incurable, la mentira, que fue a partir de entonces el pecado original de la pareja por probar la infame fruta.
Con esa arma, la mentira, adán y eva hablaron con unos duendes todopoderosos para lograr expulsar del paraíso a los que lo cortijeaban. Tuvieron paciencia y disimularon mintiendo, según su pecado original, pues torticera debe suponerse la actitud de adán y eva que simularon amistad con los denunciados, incluso se juntaron con ellos en esa cosa que llamamos listas electorales, e incluso en gran camarería comían gambas y canapés de atún en saraos organizados para promocionar estas listas. Sus desvelos e insistencia en la mentira lograron sus frutos, y adán y eva tras la actuación de los duendes fueron nombrados patriarca y primera dama del paraíso. Dado que el pecado original no prescribía adán siguió durante meses confundiendo la palabra con la mentira, mentía mucho, cada vez mentía mas, mentía siempre, mientras descuidaba el cuidado de las riquezas del paraíso, y el edén se convertía en erial. Ella, eva, era más discreta, y además no permitía que se investigaran sus presuntas mentiras íntimas, como cobrar a la vez de sitios incompatibles, o así votaba repetidamente en los plenos, contra la búsqueda de la verdad.
Pero el problema fue que el resto de los mortales padecía otro mal también bien descrito por Saramago en otro libro, “Ensayo sobre la ceguera”, estaban afectados de una extraña epidemia de ceguera. Ciegos estaban unos coaligados en equipo de gobierno, que seguían ciegamente a adán y eva en su camino a la ruina, aunque sí se les apreció una potente luz interior rebelándose con energía cuando se les bajó el sueldo, ciegos pero no tontos sentenció el público. Ciegos los jefes de adán y eva, que sólo concedían crédito a los textos escritos por amigos de adán y eva, únicos escritos en el lenguaje por ellos conocido, el braile-audiencia, sin esforzarse por saber de otros textos o palabras que hubieran emitido conocedores locales de la situación. Ciega estaba la oposición, si por ceguera se entiende dar palos de ciego, en vez de centrarse en lo importante, un programa de gobierno alternativo al desastre de adán y eva; también es verdad que los partidos nunca hablan con claridad, prefieren que sigamos ciegos en conocimiento, pues no se gobierna jamás a base de luces, se gobierna a base de mayorías. Ciegos estaban muchos adoradores de adán y eva, algunos porque les cegaba el interés de recoger migajas de sus protectores, otros por no entender que una cosa era la caída de los anteriores patriarcas, justificada o no, que ya se verá, y otra cosa es que la mentira y la incapacidad de adán y eva lleve a todos a la ruina. Ciegos muchos pobladores del actual erial que, enfrascados en dilucidar quien era el más malo de aquel circo, se quedaban sin pan para pagar el circo. De aquel reino de los ciegos solo se salvaron algunos, los tuertos, agrupados en una cosa que llamaron plataforma, y eran tuertos pues solo podían protestar y no solucionar de forma directa, y siempre corrían el riesgo de hacer el guiño a la población con el ojo malo, y ser dilapidados por los malencarados.
Damián Zamorano Vázquez
Publicado en Estepona Información el 14.11.2009
no pero esto hasta me puede pareser un poco absurdo
ResponderEliminar