En momentos difíciles hay dos alternativas: intentar negociar entre los afectados una solución consensuada o liarse a tortas. Intentar hacer el amor, o directamente hacer la guerra.
Cartago se enfrentó a Roma y terminó aniquilada: mala decisión. Hitler también fue aniquilado por una forzada coalición entra las democracias anglosajonas y el totalitarismo soviético, pero en este caso ni siquiera los vencedores tenia motivos para quedar muy satisfechos, dada la destrucción masiva que provocó la guerra y la secuela de guerra fría que deshumanizó gran parte del mundo la segunda mitad del siglo XX. Resumiendo, si es posible, que no siempre lo es, es mejor negociar que guerrear.
En España parece que hay una confrontación entre PSOE y PP. Esto es puro artificio. La confrontación real es entre el Norte y el Sur de Europa, y el motivo es que el Sur es incapaz de funcionar en el nuevo orden mundial provocado por la globalización. PSOE y PP no pelean contra la Europa rica, sabe que seria un suicidio, simplemente negocian lo mejor –o peor- que pueden los intereses nacionales, lo cual, abreviando, quiere decir negociar quien paga la factura para salir de la crisis y durante cuantos años o siglos. Pero mucha gente no entiende la situación o, mejor explicado, entienden perfectamente que lo están pasado muy mal y el Estado se esta desentendiendo de ellos. Tienen sus motivos para enfrentarse a Europa y a sus delegados en España (PP, PSOE, empresarios, banqueros), y por tanto son de fácil seducción por la nueva izquierda cuyo icono actual es Sánchez Gordillo. Más peligroso seria que surgieran partidos populistas de derechas, como en similares circunstancias ocurrió en Alemania e Italia tras los desastres de la primera guerra mundial.
Hacer el amor, no la guerra: es lo mejor. Las secuelas de las guerras son malas, y como ejemplo lo que ha pasado en Estepona con el despido que ha afectado a 176 trabajadores municipales. El conflicto se estableció cuando el Ayuntamiento fue obligado a una reducción sustancial de su gasto en nominas. Para evitar el despido solo cabía negociar formulas alternativas, que suponían reducciones salariales generalizadas. CCOO desde el primer momento decidió no negociar, sus motivos tendrá. Del alcalde no sé si quiso negociar en serio, no he hablado con él, pero si esa fue su intención lo hizo de la peor manera posible, nominando a los despedidos antes de intentar el acuerdo global, y no esforzándose en hacer lo que no quiso hacer CCOO, buscar formulas de reducción salarial no demasiado traumáticas. Veamos el parte de lesiones tras la batalla.
En vencedor, el alcalde, ha logrado con los despidos un saneamiento real y duradero de la economía municipal, que a fin de cuentas es lo único que interesa a la mayoría de los residentes y visitantes del pueblo. Pero la victoria tiene su lado amargo, por una parte faltó a su palabra (no habrá despidos), y por otra ha creado un núcleo de oposición visceral e intransigente que le acompañará toda su gestión, y por ahora es pronto para saber si este núcleo es como una mancha que se disuelve o por el contrario enturbia todo el entorno. Interesaría al alcalde ser muy reflexivo en sus acciones, por ejemplo en la adjudicación de plazas para sustituir a los despedidos. Será acusado, con toda seguridad, de quitar a los antiguos para poner a sus amigos, y en este clima no funcionan las palabras sino un ejercicio total de transparencia.
Los perdedores, los 176 despedidos, han sufrido una derrota estilo cartaginés, total. Por eso hay que entender –que no compartir- la falta de educación de los que escriben los comunicados de su plataforma. No creo que su problema, el despido, tenga solución alguna, y a su desesperación se suma el agravante de que ellos no tiene la culpa de lo ocurrido, pues nunca pudieron negociar, que a eso, a no negociar, se dedicaron otros, que ellos solo fueron carne de barbacoa ajena.
Damián Zamorano Vázquez
Estepona Información. 1.9.2012
sábado, 1 de septiembre de 2012
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