Recordaran la escena de la película Casablanca, en la que el
policia Renault se ve obligado a cerrar el café Rick y no se le ocurre otra
excusa que escandalizarse, ¡aquí se juega¡, mientra recibía su cohecho obtenido
a través del ilícito juego. Pues algo parecido ha ocurrido en el mismísimo
Albacete, cuando la mujer del consejero de Educación, el tal Marcial, se ha
saltado directamente toda la lista de espera quirúrgica operándose la primera
de todos de su hernia discal, que para eso es la mujer de Marcial.
¡Que escándalo, se ha saltado la lista de espera¡, han
coreado al unísono todos los que saben que nadie con un poquito de relevancia
en España se somete a ninguna lista de espera pública. Ningún político, ni de
derechas ni de izquierda, ningún concejal, consejero o rey, ningún periodista
conocido, ningún cuñado de celador de hospital, nadie con un mínimo de
relevancia social espera a intervenirse en la sanidad publica mas de lo que le
apetece. Lo puedo afirmar porque he trabajado muchos años en la sanidad pública.
En este país hay alergia a decir la verdad, y en eso el
cirujano de la mujer de Marcial no tiene otra cosa, como buen español, que contar
ante la prensa una sarta de incoherencias para justificar la así llamemos
corruptela. Con lo fácil que es decir la verdad: “la operé la primera por ser
la mujer de Marcial, y lo hice sin mala intención, que si sé que ustedes se
ponen estupendos pongo en el diagnostico que tiene una parálisis absoluta por
compresión del nervio innominado, y se acaba la tontería”.
Hay listas de espera meéicas, como había racionamiento en la
posguerra. Seguro que alguna mente peclara ha encontrado la solución para
evitar que las señoras de los Marciales se cuelen: intensificar el control sobre
las listas de espera, que no haya cojos ni dolientes de primera o de segunda,
que cada cual este cojo o con dolor solo lo que por turno estricto le
corresponde.
No digo que no a lo anterior, pero digo yo que lo mejor
seria que no hubiese lista de espera; al menos me parece una estrategia mas
coherente. Las listas de espera ocurren porque la sanidad publica es un
monopolio, y no hay incentivos para resolver el problema. Nadie, absolutamente
nadie, se siente responsable en la sanidad pública de las listas de espera, y
como mucho el máximo responsable, el consejero de sanidad correspondiente,
bastante tiene el pobre con falsificar los datos o echarle la culpa a la
herencia recibida, dado que no tiene capacidad para modificar el sistema, ni
durante años tendrá dinero para arreglar estos agujeros como siempre se han
arreglado en sanidad, inyectando dinero.
Las listas de espera tienen fácil arreglo. Basta con que el
usuario puede escoger quien le realiza la asistencia sanitaria publica (pagada
por impuestos) para que desparezcan
de forma automática. Ningún hospital mantendría una lista de espera quirúrgica
de dos años, como ahora ocurre, si el hospital de al lado opera en dos semanas,
a la manera de la mujer de Marcial.
Por ejemplo podría hacerse esto: Aire
fresco, también en sanidad
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