Hace unos meses oí a un tertuliano de la radio, de los
cercanos a la caverna, pronosticar la desaparición de la socialdemocracia en
Europa. El aspirante a poeta pontificaba que las masas por fin habían visto la
luz, la llama de la libertad, y tras la destrucción del muro de Berlín se
aprestaban a derrotar uno por uno a esos gobiernos socialitas que robaban vía
impuestos a los esforzados para mantener a los vagos.
A todo esto, el socialista Hollande ha ganado la elecciones
en Francia, Obama probablemente revalide su mandato en EEUU, y para la batalla decisiva para la
resurrección de la socialdemocracia, a celebrar en Alemania, sólo queda un año.
El tertuliano como adivino era malo, muy malo. En cualquier caso lo de
los tertulianos es algo mágico, han conseguido lo que no estuvo al alcance de
Newton o Einstein, saber de todo, sin ningún atisbo de duda. Sólo se rompe el
encanto en el raro caso de que la radio o la televisión traiga a alguien que de
verdad entienda de algo, de su oficio, y entonces es cuando apreciaremos la
diferencia entre formarse e informarse o directamente perder el tiempo. Tampoco
es que la misión de nuestro tertuliano fuera adivinar o formar, simplemente
trabajaba de comercial, sólo que en vez de vender una aspiradora vendía una
ideología trucada, un adorno para ocultar los intereses -de clase o grupo- de
los que le aseguran su diario plato de lentejas.
Europa tiene un sistema sociopolítico bastante consolidado,
con iniciativa privada y sector público, ambos potentes y complementarios, y
para la gestión de este sistema se alternan derecha e izquierda. Tras años de
gobierno de izquierdas se envician algunos mecanismos del sector público, y entonces
viene la derecha para restaurar estropicios, pero crea otras anomalías, y entonces
gana la izquierda, y así sucesivamente.
Con la crisis algunos no ocultaban su gozo suponiendo, tras
el chantaje financiero, la victoria definitiva de la derecha, por los siglos de
los siglos. Francia nos ha enseñado que eso no es así, aunque tampoco intuyo
que la crisis traerá la victoria definitiva de la izquierda. Volveremos a la
alternancia política sosegada, una vez las aguas vuelvan a su cauce y se supere
la crisis. Doy por hecho que la crisis se superará, pues a fin de cuentas lo
que hay es una disyuntiva: o se hunden los bancos o nos hundimos todos. Estoy
convencido de que Europa es sabia, por vieja más que nada, como para negociar
los términos de la disyuntiva, o si no hay acuerdo decidir que al menos sólo se
hundan los bancos.
El PP sabe que con sólo ideología de derechas no gana
elecciones, y por eso intenta atraer al electorado de centro, aunque Rajoy lo
haga de forma muy curiosa: simplemente no mostrando ideología. Desde luego mas
moderado que el exabrupto de su secretaria de partido, que sin rubor afirma que
el PP es el partido de los trabajadores, mientras aniquila los servicios
públicos en su comunidad. A mi la que más me gusta del PP es Esperanza Aguirre,
que dice sin complejos lo que los otros no se atreven a decir. La Espe no tiene
pelos en la lengua, y cuenta lo que otros callan, la esencia de la derecha:
tanto tienes tanto vales, que lo demás son cuentos.
En cualquier caso el mayor activo actual del PP es el PSOE,
que ha defraudado profundamente a amplios sectores de la clase media, y sin el
apoyo de estos sectores es imposible ganar unas elecciones. Son incontables las
personas que tienen miedo a ambos, al PP y al PSOE; al PP por lo que pueda
destruir, al PSOE porque sea incapaz de crear. Los sociólogos que elaboran los
informes a los partidos tiene que estar saturados de trabajo, al borde de un
ataque de nervios. Los del PP advirtiendo a sus jefes que su medicina es
demasiado amarga, que puede rechazarla el enfermo, no estando además probaba su
eficacia. Los del PSOE advirtiendo de que, o buscan una tercera vía, o seguirá
regalando victorias al PP si persiste sin ideas aglutinantes y en manos de
titiriteros.
Damián Zamorano Vázquez
Estepona Información. 12.5.2012
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