Tengo la impresión de que España es un inmenso teatro donde
se está representando una inmensa farsa. La obra no tiene guión, simplemente se
trata de que todos mientan, a los demás y a sí mismo. Mienten todos, y a mayor importancia
del actor más gorda es la mentira. El problema es que la obra no es una
comedia, sino un triste drama que afecta a todos los españoles.
La crisis económica empezó como una crisis financiera, por
prestamos impagados concedidos alegremente con fines especulativos. En eso
sacamos pecho afirmando que nuestros bancos, los españoles, eran de una excelente
solvencia, y ahora resulta que era una gran mentira. Era de suponer que así
fuera, que nuestros bancos tenían o tendrían grandes problemas, dado el enorme
volumen de créditos concedidos a proyectos inmobiliarios que quebraron, y la
imposibilidad de hacer negocio bancario pues dejaron de prestar: o no tenían
dinero, o no tenían clientes solventes.
Se podría decir que vanagloriarse de la solvencia de nuestros
bancos era una patriótica mentirijilla bien intencionada, más que nada para
engañar un poquito a los inversores para que siguieran financiando a bajo interés
nuestras deudas. Evidentemente esa mentira solo se la creyó el publico general,
que no los inversores, que directamente bajaron la calificación de nuestra
deuda y subieron los intereses de los prestamos (la famosa prima de riesgo).
Hubo que crear dos nuevas mentiras para ocultar la primera. Por un lado que las
agencias de calificación mentían para perjudicarnos maliciosamente, y que lo
mejor era crear una agencia de calificación pública, colocando de paso a algún político,
que como se sabe nunca mienten. Por otro lado se aseguró que los inversores
eran todos unos tiburones ávidos de sangre, mezclando los tiburones, que seguro
lo hay, con los pensionistas noruegos, que simplemente quieren obtener de sus
fondos un razonable beneficio y no perder dinero.
Tampoco Europa se creyó la mentira, y lo que hizo fue
prestar dinero a los bancos para que se los prestase al Estado, con el
resultado de que la deuda española, antes en manos de inversores extranjeros,
ahora esta en manos de los bancos españoles. Esta maniobra, motivaba porque no
se fiaban de nosotros, tenia una finalidad: ahora no podemos declararnos
insolvente y que se fastidien los extranjeros, ahora nos debemos a nosotros
mismos, y se acabó la trampa y el cartón.
Otra mentira era que el único problema de los bancos era que
muchos eran muy chiquitos, y así que buscaron fusionar bancos, con la absurda
idea de que juntando dos bancos arruinados se crearía un banco solvente. Así se
creó el monstruo de Bankia, el banco del PP, tan grande que ahora no se le puede
dejar quebrar, como sería lo suyo, pues parece que nos iríamos todos a hacer
puñetas.
Otra mentira, esta del PP: todo era por culpa de Zapatero.
Gobernando el PP todo se arreglaría sólo con tolerables esfuerzos. Era una gran
mentira. Gobernará quien gobernará hacia falta una gran disminución del gasto
publico, más que nada porque no hay dinero, y como mucho cabía negociar con Europa
el ritmo de la reducción y la posibilidad de dinero extra para políticas de
crecimiento, pero en otro capitulo contable que nada tendría que ver con los
obligados ajustes.
Otra mentira. El PP asegura que con los recortes no disminuirá
la calidad de los servicios públicos, cuando lo honrado es que dijeran que intentarán
que se deterioren lo menos posible. El PSOE ha visto un filón político: criticar
las consecuencias de los ajustes. EL PP de Andalucía también ha visto otro
filón: criticar la consecuencia de los ajustes en Andalucía. Comediantes.
Creo que habría que dejar la farsa y contar de una vez lo
que pasa y luego, con los datos en la mano, decidir lo importante, por ejemplo
si es mejor bajar salarios en el sector publico o crear parados, y dejarse de
banalidades como que el mundo se hunde si los maestros tiene que dar más horas
de clase a más alumnos.
Damián Zamorano Vázquez
Estepona Información. 19.5.2012
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