Defino clase media como aquel sector de la población formado
por los que, sin ser ricos, llegan sin dificultades a fin de mes. Era la clase
mayoritaria antes de la crisis, pero ahora probablemente predomina la clase de
los más desfavorecidos, que incluye a marginados, pobres, autónomos y falsos
autónomos sin clientes, parados y empleados en precario o con bajos sueldos.
Hace tiempo que un sector importante de la clase media
abandonó al PSOE, perdiendo este partido el voto urbano y gran parte del voto
ilustrado, haciendo al menos etimológicamente al PSOE un partido más para
conservadores que para progresista. Pero no está claro que los intereses de la clase media coincidan con el del
sector neoliberal de la derecha, ese que propicia a unos bancos que estafan a
preferentistas, que niegan crédito o solo lo conceden a intereses de usura, o a
unos empresarios que solo respetan a sus beneficios pero no a sus trabajadores,
modelando un futuro de ricos, parados
y mileuristas.
Dicen que el PSOE esta virando a la izquierda, y a saber si
son palabras o hechos. La obligación del PSOE es otra, y es la de reconstruir
el pacto entre la clase media y los más desfavorecidos, y este debe ser su
empeño si quiere gobernar y si quiere ser justo, es decir gobernar en beneficio
de la inmensa mayoría, no de unos contra otros.
Merced a este pacto la clase media aceptaría una sociedad
solidaria, con cohesión social, y con igualdad de oportunidades. A cambio
recibiría moderación en la carga impositiva y libertad. Moderar los impuestos
significa aceptar que el dinero público es sagrado, y que el gasto público solo
debe ser para lo necesario y no para el artificio, y que el gasto social debe
ser para el que lo necesita, sin ser aceptables la barra libre ni el café para
todos. El gasto social no es para hacer caridad, es para garantizar derechos, y
esa es precisamente la labor del Estado, garantizar que el gasto social (educación, sanidad, dependencia,
etc.), llegue al que lo necesita y
no necesariamente que funcionarios públicos sean los encargados de realizar las
prestaciones que el Estado garantiza.
Cuestión de eficiencia.
Libertad, ¿qué significa?. Significa devolver el poder a la
ciudadanía, que esta tenga libertad para escoger hospital, escuela o
universidad; para jubilarse a los 65 o las 75 años; para intentar ganar dinero,
o hacerse hippy, o aspirar a un anónimo pero digno trabajo de funcionario o
empleado; a no dejarse engañar por políticos corruptos o inútiles, por
monopolios o por empresarios avariciosos, por medios de comunicación al
servicio del amo; a luchar, a equivocarse, a rehacer la vida tras el fracaso; a
innovar, al esfuerzo, a investigar, a formarse, a soñar; a garantizar su futuro
y el de su hijos; a construir y a que le dejen construir. El futuro de España
es competir por la excelencia, y para jugar en la liga de los mejores y no de
los mediocres, en la liga de las grandes empresas, hospitales, universidades y
centro de investigación, el requisito necesario es la libertad, la iniciativa y
el estimulo. Me apena la situación de los jóvenes, la generación mejor formada
de la historia de España; el futuro de estos jóvenes no es comprarles muletas,
es dejar que puedan abrir sus alas, y eso también se consigue devolviendo la
libertad y el poder a la ciudadanía.
Estoy convencido de que muchos militantes del PSOE leerán
estas líneas con estupor, sentirán que es un acumulo de blasfemias, cuando lo
que toca es virar a la izquierda, que así lo pide el corazón y el cálculo
electoral. Respeto al beneficio electoral de ser más de izquierdas tengo mis
dudas; parece razonable dado el empobrecimiento de la clase media, pero por lo
mismo el votante, harto ya de crisis, puede preferir seguir con el malo
conocido que apostar el bueno por conocer. Puede incluso no creer que los ricos
pagarán más impuestos y los pobres menos, y temer que un aumento del gasto
público sea exclusivamente a expensas de los de siempre, de la clase media y de
los más desfavorecidos, estos últimos quizás librándose del IRPF pero cayendo
en las garras del IVA, el IBI, la
tasa, el copago, la multa y otros jinetes del apocalipsis. El ejemplo británico
es también aleccionador: tras el triunfo de Thatcher los laboristas se
escoraron a la izquierda, y sufrieron muchos años de ostracismo hasta que Blair
recuperó el poder para el laborismo por conseguir obtener desde la moderación
de nuevo el voto de la clase media. Respecto a que es de mejor corazón virar la
izquierda, también tengo mis dudas, que ya se iniciaron en mayo del 2010 cuando
el PSOE gobernante hizo lo que hizo, y no por hacer lo que hizo, sino por no
tener ni remota idea de lo que debía hacer, y se le quedó el “corazón partio” a
todos los progresistas. Tengo dudas de que un deslizamiento a la izquierda sin
más no sea la antesala de unas promesas que luego nunca se cumplirán o, aun
peor, si se cumplen que sea para
estancarnos a la mediocridad en este mundo globalizado, para terminar siendo
España la patria de los camareros de los alemanes y la fabrica que exporta al
mundo sus licenciados más
brillantes.
Invitaría a militantes y simpatizantes del PSOE, no a estar
de acuerdo conmigo, simplemente a repensar como podrían conciliarse los
intereses de los más desfavorecidos con los de la clase media, pues a ambos
debe representar y a ambos debe contentar si gobierna.
Publicado el la Tribuna de Opinión de Diario Sur (Málaga) el
9-12-2013