Tras el varapalo recibido por la izquierda en las últimas elecciones europeas abunda el trabajo de los perjudicados, para analizar lo ocurrido y sobre todo para diseñar remedios al desastre. Recientemente el País publico un breve articulo de Almudena Grandes (Refundación) y trascribo literalmente un párrafo, que condensa en pocas palabras lo que debe ser la izquierda a mi criterio: “un partido, una estructura única con un programa concreto, realista, unos pocos puntos muy claros, defensa incondicional de los espacios públicos, universalización de los derechos sociales, integración de los inmigrantes, asunción de los valores republicanos, políticas de igualdad real, laicismo, solidaridad, y la ambición de influir en una realidad donde ni las dictaduras ni el proletariado son lo que parecen”.
Por estas ideas ha luchado generaciones de hombres y mujeres, y algunos han pagado caro por su ideales, aunque otros aparcaron sus ideas a la sombra de un buen remunerado cargo publico o un buen cohecho, pero ese es otro tema. La lucha que se emprendía para que triunfaran estos ideales ha variado radicalmente conforme variaba la sociedad. Desde su fundación el PSOE requería ser radical, abrazar la lucha de clases, pero es que una sociedad española injusta, dominada por caciques, no cabía otra oposición. No obstante algunos socialistas, por ejemplo Besterio o Prieto, intentaron conjugar socialismo con humanismo y liberalismo, pero la guerra civil destruyó cualquier debate dentro de la izquierda o dicho mas llanamente aniquilo, encarceló, humilló o exilió a la izquierda. Al final de la dictadura franquista la izquierda dominante era el PCE, pero el pueblo español no quería inventos, quería ser simplemente como los europeos, libres y prósperos. La transición la inició la derecha, súbitamente democrática de toda la vida, pero la culmino el PSOE, y más concretamente Felipe González fue el artífice final de la integración en Europa, en lo político, en lo social y en lo económico. Triunfó en España un modelo socialdemócrata, similar del europeo, que ni siquiera los gobiernos de Aznar intentaron modificar en lo sustancial, aunque allende los mares se imponían unos esquemas neoliberales que por sus excesos culminaron en la actual crisis económica.
Pero la sociedad actual ha cambiado en muy pocos años, la globalización, las comunicaciones, Internet, el cambio climático, el auge “neocon”, la emigración de masas hambrientas, el individualismo trinfante, una generación joven acostumbrada a la abundancia, sin conocer el sacrifico de sus mayores, pero con tristes perspectivas laborales. El problema de la izquierda no es la ideología, la tiene, es saber adaptar sus principios a una sociedad muy distinta a la de años anteriores. Son necesarias personas, ideas y proyectos nuevos.
Plasmar una ideología de izquierdas en política municipal es algo más complejo. Una parte del voto local es ideológico, pero no prima esto tanto como la sensación de eficacia y honradez que transmitan los políticos, y al final serán juzgados por los resultados obtenidos. Desde una óptica de izquierda no importaría mucho deudas por haber conseguido una meritoria red de guarderías y centros para la tercera edad, pero que la deudas sean por un exceso de empleados municipales, que además no entraron por transparente concurso de meritos, eso no es política de izquierdas, esa es la peor pesadilla para los que creemos en el sector publico, eso es despilfarrar el dinero de todos. Es de izquierdas potenciar la participación ciudadana, entre otros motivos porque una ciudadanía activa consigue logros en cultura, voluntariado y salud pública que no se consiguen a golpe de talonario o patrocinio. También es de izquierdas mimar a los empresarios para facilitarse su labor, para que inviertan con garantías en Estepona, pues son los empresarios los que generan empleos, y no debe serlo el Ayuntamiento multiplicando su plantilla.
Damián Zamorano Vázquez
Publicado en Estepona Informacion el 27.6.2009
sábado, 27 de junio de 2009
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