miércoles, 1 de mayo de 2013

Como mejorar la sanidad en España


Cada vez tengo más claro que las naciones son prósperas si sus ciudadanos son personas responsables en la vida y en el trabajo, y como ejemplo tienen a los alemanes, que lo que pierden en las guerras lo recuperan de inmediato en la paz. También deben los países tener una adecuada organización social, pero para ello se requiere, una vez más, de una ciudadanía virtuosa y, por poner otro ejemplo, hay tienen a los nórdicos, prósperos y con el plus añadido de sin organizar guerras.

Si lo importante es la materia prima debemos estar esperanzados con el futuro de la sanidad en España, porque la materia prima es inmejorable: médicos y enfermeros se nutren de las elites escolares, dada las muy altas notas que se requiere para su ingreso en la universidad; el sistema MIR en un optimo invento para asegurar la capacitación profesional de los médicos; por ultimo, los profesionales sanitarios se caracterizan por su alta motivación vocacional, y como ejemplo sus movilizaciones contra el posible deterioro de la sanidad pública, entendiendo que esta puede terminar siendo el ultimo reducto de ampare a tantos desamparados en esta desvergonzada crisis económica y social.

Habría que ser demasiado inepto o malicioso para arruinar un cesto (la sanidad) que tiene tan buenos mimbres, pero hasta podrían conseguirlo los que mandan, todo es cuestión de poner patas arriba el sistema y terminar desmotivando a los profesionales, quemándolos como decimos en el argot sanitario. Aviso para navegantes: si se deteriora la sanidad lo que fracasará es solo la sanidad pública, pues contra más se hunda más florecerá la sanidad privada. Esto algunos lo saben.

Dicen que el sistema sanitario español es muy bueno, pero no estoy de acuerdo. Por un lado es muy difícil de sostener económicamente. Por otro es lógico que la gente este muy contenta de tener un medico de cabecera en la esquina de su calle, que atiende de inmediato, y también satisface el trato que reciben los pacientes ingresados en los hospitales, pero hay aspectos muy deficitarios: listas de espera, mala organización en las consultas por especialistas, o sensación de desamparo cuando no se esta conforme con la atención recibida. Quizás estas deficiencias expliquen que cuando al ciudadano se le da escoger, y es el caso de los funcionarios del Estado, entre sanidad pública o seguros privados, opten muy mayoritariamente por lo segundo. Pero lo que más me preocupa de nuestro sistema sanitario público es  que incentiva económicamente el trabajar poco, que no premia las dedicación y los resultados, y que estimula una atención primaria de bajo perfil, lo que supone un suicidio en términos económicos. Un país que premia la holganza nunca será un país prospero.

Quieren arreglar la sanidad privatizando hospitales y centros de salud. Me parece mal. Probablemente, pero no esta demostrado, pueda salir algo más barato, basta con empeorar las condiciones laborales de los sanitarios, pero ya está bien de tanta explotación de los trabajadores por los niños de papá accionista. En cualquier caso, si no le salen las cuentas, siempre tendrán la tentación los oligopolios sanitarios privados de sacrificar la calidad asistencial para mejorar la cuenta de resultados. Además, mientras este país no este vacunado contra la corrupción, debería desecharse cualquier concesión de lo publico al sector privado.

Mi propuesta para un nuevo modelo de atención sanitaria en España es muy simple: que el ciudadano decida quien quiere que le preste la asistencia, tal como hoy pueden hacer los funcionarios públicos del Estado. A este modelo pueden hacerse diversas objeciones, todas analizables, pero la única que me parece más seria es la posible quiebra de la equidad, entendiendo esta como dar a todos la atención que precisan sin que se prime la atención a los más pudientes o a los más sanos. Se puede evitar este inconveniente, como otros muchos que puedan surgir al diseñar un nuevo modelo asistencial.

Este nuevo modelo tendría varias ventajas. Los que protestan ante cualquier cambio afirmando que perjudica a los pacientes quedarían sin argumentos, salvo que piensen que la gente es muy ignorante para saber elegir. El cambio de modelo podría hacerse de forma pausada, sin traumas, permitiendo progresivamente la libre elección a colectivos seleccionados, mientras los distintos sectores públicos y privados se adaptan al nuevo sistema. Pero lo más importante seria dar energía a un sistema soso como el actual. Los pacientes buscaran la mejor accesibilidad, trato y calidad posible, y los sanitarios, los médicos primero, se pondrán las pilas para ser mejores en lo humano y lo científico. Energía es lo que necesita este país, y le energía esta en las personas, no -como desgraciadamente estamos comprobando- en tanto inepto o aprovechado ocupando tanto despacho decidiendo por los demás.
 Damián Zamorano Vázquez