lunes, 25 de abril de 2011

Austeridad y eficiencia

La sanidad catalana está en llamas. Boi Ruiz (CIU), conseller de Salud de la Generalitat de Catalunya, ha anunciado lo que ya sabían las familias españolas desde hace unos años: no hay dinero, procede austeridad y recorte en los gastos. Esto supone despido de sanitarios, paralización en la construcción de nuevos hospitales y centros de salud, cierre de urgencias, cierre de quirófanos, recorte en los medicamentos, derivaciones a especialistas y pruebas diagnósticas, aumentar las listas de espera, y mucho más. Se comprende que la contestación de ciudadanos, sindicatos y médicos a estas medidas es masiva, e interesa conocer cómo culmina el conflicto sanitario catalán, más que nada porque dentro de un año, tras las elecciones autonómicas andaluzas, también se tendrán que anunciar recortes en nuestra sanidad, pues la austeridad no es decisión de los políticos, y sería una gran noticia si es coherente, sino una imposición ante la imposibilidad de aumentar el endeudamiento del sector público.

Está descartado pedir más préstamos, sólo hay dos opciones: aumentar ingresos o reducir gastos. La Generalitat de Catalunya por ahora sólo propone reducir gastos, con los recortes señalados, salvo ideillas de anecdóticos aumentos de ingresos como encarecer la sufrida gasolina (el “céntimo sanitario”). Aumentar el gasto público en atención sanitaria es la propuesta de los sectores más a la izquierda, pero los partidos mayoritarios no contemplan esta solución en este momento: aumentar los impuestos frenaría el crecimiento y la competividad. Aumentar los ingresos vía copago es una posibilidad, utilizada incluso por gobiernos socialdemócrata europeos, pero el coste político de tal medida en España es demasiado alto para que tal opción se contemple en periodo preelectoral.

El prestigioso oncólogo español José Baselga, formado en Nueva York, que regresó a España para poner en marcha el Instituto de Oncología del Hospital Valle de Hebrón de Barcelona, pero que de nuevo ha vuelto a EEUU fichado por Universidad de Harvard, ha dicho recientemente en una entrevista a ABC: “si hay que cerrar centros de investigación, hagámoslo”. Fuera de contexto esta afirmación parece una aberración: proponer dañar la investigación. Pero no es esto lo afirmado por Baselga. La cuestión es otra: hay problemas de financiación gravísimos, usemos el dinero disponible, sea más o menos, sólo para apoyar a los mejores, no a todos. Es el concepto de eficiencia, obtener los mejores resultados al menor coste posible.

La austeridad es una virtud que desconocen los políticos, que por definición viven derrochando, cosa lógica pues los votos no se obtienen ahorrando sino gastando. Pan y circo, lo inventaron los políticos romanos, y sigue siendo una fórmula necesaria para ganar elecciones. También es verdad que la austeridad es una lacra cuando se impone gastar menos de lo necesario. La eficiencia es una virtud en sí misma, y será aumentando la eficiencia la única forma de que los necesarios recortes en gasto sanitario no supongan un menoscabo en la calidad asistencial, y me da la impresión de que en el contexto español esto pasa por dar más protagonismo a la atención primaria en la resolución de problemas clínicos y gestión de presupuestos.

Todos estos conceptos, austeridad, recortes, copago, eficiencia, gasto sanitario, son problemas comunes gestione quien gestione, los conservadores-liberales o los socialdemócratas. La línea roja que separaría a ambos sería la creación de dos modelos de asistencia sanitaria, ambos pagados mayoritariamente con dinero público. Uno mejor, para los más pudientes, que pagarían un suplemento para mejorar sus prestaciones sanitarias; y otro, asistencia más modesta, con unos recursos más limitados. Como en los aviones, clase VIP o turista. Es muy fácil introducir esta dualidad de atención sanitaria, y eso pasa por debilitar el sistema vigente, y quizás por eso algunos azuzan las llamas.

Damian Zamorano Vázquez

Estepona Información. 23.4.2011

sábado, 16 de abril de 2011

En defensa de Estepona

Como era de prever, mi último artículo en Estepona Información, “En defensa de Zapatero”, me ha restado la escasa credibilidad que –intuía- aún tenía como columnista. Me alegro, no de perder credibilidad, sino de que al no dedicarme a la política todavía tengo el privilegio de escribir lo que pienso, y no estar obligado a escribir lo que pudiera ser aplaudido por la mayoría, objetivo por cierto siempre fácil de conseguir (el papel lo aguanta todo), pero más propio de borregos intentando conducir de borregos y no de aquellos que tenemos genes de lobo estepario.

Abusando de su amabilidad me van a permitir un nuevo artículo en defensa de los postulados del PSOE. Mi partido ha dejado claro que en estas elecciones municipales no se escrutina al gobierno de la nación, solo se vota a los mejores alcaldes, equipos y proyectos que faciliten el mayor progreso y bienestar a los ciudadanos, en algo tan cercano e importante como es su municipio.

La consigna del PSOE es nítida: vota al mejor alcalde. Traducido esto en Estepona: ni se te ocurra votar al PSOE de Valadez. Este sujeto ha culminado la ruina de Estepona, y si gobernara con sus compinches y adosados no nos quedaría otra opción que la que, también obligatoriamente, siguieron los afectados por el régimen de los Jemeres Rojos de Camboya: los agricultores a cuidar cabras en Sierra Bermeja, los marineros a emigrar en patera a Marruecos, y el resto a buscar cual lumpen proletariado trabajo en Marbella tras malvender sus propiedades.

Está claro que, siguiendo las consignas del PSOE (votar al mejor alcalde), ganará las elecciones José María García Urbano. Los votantes no son tontos, y después de tanto engaño y decepción optarán por la persona más seria con los decálogos más serios.

Un punto de fricción en las discusiones con mis amigos es si García Urbano debe obtener mayoría absoluta o no. Argumentan que las mayorías absolutas presagian arbitrariedad, cosa no cierta pues para arbitrario y dictador nuestro actual alcalde, ni siquiera votado por la población, y eso que gobernaba en minoría simple. Las mayorías absolutas pueden ser buenas o malas dependiendo de quien la ostente y, en el caso que nos ocupa, García Urbano ofrece suficientes garantías de no ser un sectario. Además, puestos a vacunarnos, no merece la pena vacunarse de una enfermedad desconocida en Estepona, una mayoría absoluta, y parece más útil vacunarse de la enfermedad endémica de nuestro Ayuntamiento: miríadas de partidos gobernando, más en postura de reparto de la tarta que de colaboración desinteresada por el fin común. Por cierto, la tarta la pagamos los ciudadanos.

Esta discusión parecería un estreñimiento de politólogos tomando café en el bar de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Estepona. El más cualificado de los contertulios, don David, tomaría notas para ilustrar su presentación al primer doctor “honoris causa” de nuestra universidad, el señor Hidalgo. No, no van por ahí los tiros, la campaña creando miedo sobre una mayoría absoluta de García Urbano deriva del miedo de los pequeños de no entrar en el reparto de la tarta.

Procedería, siempre a mi criterio, que los ciudadanos se olvidaran de las componendas post-electorales. Es incluso seguro que viendo sus impuestos, la dejadez, el paro, y las deudas de este bendito pueblo, definitivamente queden vacunados contra estas componendas. En tal caso quizás sigan mi consejo, olvídense de contubernios futuribles y voten en conciencia al mejor alcalde posible, lógicamente a su justo criterio.

Siguiendo mi habitual costumbre de no importarme ser impopular les aconsejo sigan las indicaciones del PSOE: no voten en clave nacional, voten en clave local. Voten al mejor alcalde para Estepona. No voten a Valadez, que dice ser del PSOE, pero que ejemplifica la ruina y la degradación. Personalmente he optado por dar mi confianza a José María García Urbano, soy leal a la consigna: vota al mejor.

Damián Zamorano Vázquez
Estepona Información. 16.4.2011

sábado, 9 de abril de 2011

En defensa de Zapatero

Uno de los deportes más populares hoy día en España es renegar de nuestro presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. No parece pues muy sensata mi actitud de defenderlo, máxime cuando no será el próximo candidato del PSOE, y cualquier otro comentarista deseoso del aplauso obviaría tratar el tema o, si desea estar en la pomada, dedicaría sus loas al mejor situado de los próximos líderes del PSOE, Rubalcaba o Chacón, o a los dos para más seguridad.

Zapatero está mal valorado por la opinión pública, para los de derechas es el responsable de la crisis económica, para los más izquierdosos está destruyendo los avances sociales. Ambas apreciaciones son falsas. La crisis económica la han provocados los ricos, los banqueros, y esto deberían conocerlo al menos las principales víctimas de la crisis, los parados y los empresarios arruinados. Si la crisis se ha cebado sobre España es responsabilidad de todos los españoles, que creyéndose nuevos ricos construyeron un castillo de naipes tipo modelo de crecimiento basado en el ladrillo que ni siquiera pagaron con sus ahorros, sino a base de crédito bancario.

Personalmente nunca me ha atraído la forma de actuar de Zapatero, demasiado individualista y prepotente. No me gustan los líderes que usan el poder legítimamente obtenido sin atenerse en su uso a la norma de consensuar sus decisiones con la militancia o incluso la ciudadanía general. El gran problema es que este tic de suficiencia, el que gana manda, se contagió a algunos dirigentes socialistas de nivel inferior que llevaron el defectillo al esperpento dictatorial, y en Málaga bien que hemos sufrido por estos comportamientos antidemocráticos intolerables para los socialistas.

También creo que Zapatero se equivoco al inicio de la crisis. Por una parte ocultando su gravedad a los españoles, como si estos fueran menores de edad o cortitos de luces. Por otro lado no tomó medidas urgentes, o fueron contradictorias o mal dirigidas. Sin embargo cuando Europa decidió que no procedía para salir de la crisis seguir aumentando el gasto público, sino aplicar austeridad y reformas, Zapatero no dudó y se aplicó en esta tarea, aun sabiendo que adoptar medidas impopulares era su suicido político y que en esta ingrata labor sería aplaudido por muy pocos. Por de pronto el gobierno de Zapatero ha evitado la quiebra económica, a diferencia de Portugal, y probablemente logre su objetivo de reformar sin atentar contra los progresos sociales y el estado de bienestar, que ambos requieren profundas reformas, pero no ruptura. Dado que esta actuación me parece meritoria, al menos sepa que alguien –este humilde comentarista- le aplaude y defiende, al igual que siempre alabó su ampliación de las libertades cívicas.

Algunos interesadamente comparan a Valadez con Zapatero. ¡Qué barbaridad! Por una parte nuestro alcalde, mal gestor y peor persona, es el máximo responsable del inicio de nuestra crisis local. Es un dictador muy parecido a la Reina de Corazones del País de las Maravillas que visito Alicia: ¡que le corten la cabeza!, es su reacción a quienes le llevan la contraria, y como tal decapitó al PSOE de Estepona y últimamente a Lina y Sergio. Valadez y sus mentiras dañan el alma de los demócratas, pero para daño el que está provocando en los bolsillos de los ciudadanos de Estepona por su incapacidad absoluta de gestionar. Se ha gastado todo el dinero disponible, incluso el que no era del Ayuntamiento, y cuando el próximo gobierno municipal haga inventario de las deudas que ha acumulado Valadez sabremos la magnitud de la crisis que ha creado este incompetente.

Zapatero se va. Otros socialistas continuarán el punto y seguido. A Valadez lo echarán los ciudadanos. Punto y final. Otros socialistas y progresistas empezarán en Estepona desde cero, pero mejor desde el PSOE, que a fin de cuentas esta sigla es patrimonio de todas las personas de izquierdas y no usufructo de la Reina de Corazones

Damián Zamorano Vázquez
Estepona Información. 9.4.2011

sábado, 2 de abril de 2011

Jueces jóvenes

La jueza Conejo saltó de nuevo al escrutinio de la opinión publica: interrogó como imputado al alcalde ¿socialista? de Estepona, David Valadez, y a dos de sus habilitados (escogidos por el alcalde de forma digital para que les elabore dictámenes para amparar sus ilegalidades). Obviamente solo puede pedirse que se aplique la ley
Conozco por mi profesión a varios jueces jóvenes, recién obtenido destino, con unos 30 años o menos. Me recuerda mucho a mi cuando recién obtuve mi titulo de especialista: muy joven, bastante bien formado a costa de mucho estudio, con muchas ganas de hacer las cosas bien, deseoso de cambiar el mundo, pero abrumado por mis responsabilidades ahora que debía actuar sin tutelaje, y obviamente susceptible a indecisiones por mi falta de experiencia.
Mi mayor satisfacción como medico joven era acertar el los diagnósticos y tratamientos, por supuesto por el bien de los pacientes, pero también por propio orgullo profesional.
Imagino que este orgullo profesional también lo tienen los jueces jóvenes cuando se enfrentan a instrucción de gran calado, por ejemplo el caso Astapa. Imagino que también les preocupa, y mucho, que triunfe la justicia, pero también que no se realicen injusticias con inocentes.
¿Qué pensaran estos jueces jóvenes ante resoluciones judiciales como la del caso Ballena Blanca?. ¿Cuánto han sufrido tantas personas finalmente declaradas inocentes?. ¿Cuánto se ha desprestigiado al juez de instrucción por los jueces que finalmente han resuelto?. ¿Qué pensaran del riesgo de ordenar una vulneración grave de la intimidad, las escuchas telefónicas, para que sin mas sean declaradas improcedentes tras realizadas y publicadas?.
Imagino los jueces jóvenes aprenderán de estas situaciones. Aprenderán que la policía no siempre actúa de forma procedente, aprenderán a cuidarse de fiscales con ánimo de notoriedad.
Yo siempre he aprendió mas de mis errores médicos que de mis aciertos. Confío que los jueces jóvenes tengan la misma capacidad de autocrítica y deseo de mejorar que teníamos los médicos jóvenes.

La felicidad

Cuentan los sociólogos que han estudiado este tema, que son más felices los ricos que los pobres. Se hubieran ahorrado el trabajo de demostrarlo con solo hacer caso al dicho: “el dinero no da la felicidad, pero ayuda a conseguirla”. También cuentan que son más felices la gente de derecha que la de izquierda, por ejemplo en EEUU son más felices los republicanos que los demócratas. Lo justifican porque la gente de derecha en general es más rica que la de izquierda, y además han conseguido un mundo globalizado donde prima el dinero y la competencia sobre la solidaridad y la compasión, y es obvio que si el mundo está hecho a imagen y semejanza de sus prejuicios e intereses deben ser más felices, a fin de cuentas el mundo es suyo.

Estos estudios me plantean un problema como médico. Con frecuencia atiendo a pacientes infelices, pero no puedo prescribir el remedido a su mal: hágase rico y de derechas. ¡Qué más quisiera el paciente pasar de Intocable a Brahman con una simple receta¡. A falta de tratamiento efectivo, con frecuencia, los médicos, simplemente drogamos a los infelices, bien sea con prozac o con viagra: la química como sustitutivo de los problemas de la sociedad.

Pero cuando se hace un estudio sociológico por países los datos ofrecen mejor luz. Los países más felices son los anglosajones, los de Europa Occidental y sobre todo los nórdicos. Según estos estudios, los daneses, a pesar de su clima frío y brumoso, son más felices que los mediterráneos, pobladores del paraíso terrenal climático. Evidentemente la renta per capita (la prosperidad) de los daneses es más alta que la nuestra y esto influye, pero no es este el motivo principal de sus mayores índices de felicidad.

Los daneses son más felices, según estadísticas, que los españoles porque son:

. Mas igualitarios, con escasas diferencias sociales, sin bolsas de pobreza que contrasten con ricachones egoístas.

. Más solidarios, incluyendo asumir el concepto de que la ayuda a los más desfavorecidos es doble responsabilidad, del Estado vía impuestos usados eficientemente, de la ciudadanía común vía organizaciones sociales espontáneas solidarias.

. Más honestos, y a menos sinvergüenzas a aguantar menos estrés social y mayor felicidad.

. Más libres, y no hablo de libertades formales como las consagradas por la constitución, sino de otras profundas libertades publicas y privadas que todos comparten y defienden, como la libertad de no ser engañados, manipulados o robados por los políticos, la igualdad efectiva entre sexos, libertad que contempla la sexualidad como una opción personal y no una imposición divina, libertad de ser distinto mientras no se sea insociable.

. Más sanos en su actividad laboral. Son prósperos, pero no porque tengan petróleo, sino porque son productivos. Pero a cambio de su trabajo obtienen excelentes condiciones laborales, y están protegidos de las contingencias que abruman hasta la infelicidad a los habitantes de países pobres: enfermedad, paro, maternidad, vejez e incultura.

. Más cultos, con mejores niveles educativos, y por tanto con una vida interior más rica y autónoma.

Estepona está muy triste, muy infeliz. El principal problema es la situación económica, pues es difícil que sean felices los parados, los empleados en precario o mal pagados, los autónomos que no cubren gastos, y son más los que no llegan a fin de mes. El otro gran origen de la infelicidad colectiva es la degradada situación moral política cuando se comprueba que una alta proporción de los políticos locales son en realidad una plaga de interesados sólo atentos a obtener beneficio personal o grupal a costa del bien común.

Yo entiendo la política como la actividad tendente a propiciar una sociedad de ciudadanos felices. Mi programa electoral para las elecciones municipales es pues muy simple: copiemos a los daneses. Crear comunidad, no engordar a los parásitos. Crear riqueza, no aumentar por malgastar los impuestos. No mentir al ciudadano.

Damián Zamorano Vázquez
Estepona Información. 2.4.2011