sábado, 27 de noviembre de 2010

No es país para viejos

Esta película narra la implacable cacería que realiza un asesino psicópata y desalmado, genialmente caracterizado por Javier Bardem, contra un buscavidas que cometió la imprudencia de quedarse con dinero de traficantes de drogas.

Bardem realizó su cacería sin ayuda de nadie, con una frialdad y eficacia que impactan. Su objetivo es recuperar el dinero y castigar al buscavidas, para eso le pagan, pero no tiene escrúpulos en crear víctimas colaterales, realmente disfruta aumentando el daño.

Quería hablarles de una cadena de cacerías, ya en la vida real, no en la ficción, también con un protagonista único, pero en este caso trabajando asociado a conmilitones o asalariados.

Todo empezó con unas denuncias falsas en una sede policial, pero esa es otra película, llamada Astapa, que no se estrenará hasta después de las próximas elecciones municipales. Se han publicado muchos avances interesados (trailer) de este thriller, pero mejor esperar a ver en el estreno la película completa, que no siempre es oro lo que reluce.

Por el módico precio de 60.000 euros anuales, más múltiples plus de “productividad” nuestro cazador contrató a un experto en otra arte cinegética, el mobing, que aplicado con prisas y sin pausas, expulsó de sus cometidos a los empleados no serviciales, consiguiendo de camino decapitar los equipos técnicos del área económica. Puestos a culminar la limpieza étnica se acosó o expulsó a los funcionarios habilitados, sustituyéndolos por dóciles elaboradores de informes a la carta, muchos de ellos ya en análisis en sede judicial, no descartándose que, finalmente, allí el cazador sea cazado.

Nuestro protagonista también domina otras artes de destrucción masiva. La disolución, aplicada a los miembros de su partido para quedarse como jefe de un paniaguado corral. La venganza, que aplica contra todos los que se le oponen, y por ejemplo escenificada en un pleno contra un molesto concejal que le pillo in fraganti mintiendo, y al que intentó fulminar blandiendo papeles confidenciales, y por tanto no aireables.

Pero lo que más me ha indignado es la última artimaña de cazador indigno: la difamación. La ha aplicado contra un opositor político. Como este era virgen en política ha tenido que buscar en sus antecedentes profesionales y, no encontrando mucho de interés, directamente se ha inventado unas acusaciones infumables, con objeto de acercarlo al estercolero en el que tan bien bracea nuestro protagonista. La difamación siempre funciona: si el difamado calla, malo, algo oculta; si responde, peor, más propaganda para la difamación. A nivel local estas mentiras sólo convencen a los eunucos mentales y frígidos morales, que los hay, pero como demostró Goebbels una mentira machaconamente repetida puede ser considerada verdad por quienes no conozcan el tema. Más peligroso es cuando la difamación es propagada por un periódico liberal de amplia tirada nacional, como es el caso, pues inevitablemente muchas buenas personas pueden caer en la trampa de dar verisimilitud al infundio.

El título de la película, “no es país para viejos”, proviene de una conversación entre dos viejos comisarios, uno jubilado y otro a punto de serlo, en la que amargamente se lamentan de los nuevos tiempos protagonizados por delincuentes sin escrúpulos que traspasan todas las barreras éticas en la que los viejos habían cimentado su visión del mundo.

Imagino la interpretación de nuestra historia local de difamación por dos viejos socialistas, que denunciaron de forma firme la injusticia social, pero nunca usaron armas denigrantes como la mentira, la demagogia o la difamación. Hablo de Pablo Iglesias y Julián Besteiro, que estarían indignados de estos especímenes que dicen son sus discípulos.

PD1. Que los otros también difamen es un pobre argumento para justificar la vileza.

PD2. El asesino de la película no fue castigado. Soy optimista, nuestro cazador pagará sus tropelías: en juzgado, urnas y ausencia de amigos.

Damián Zamorano Vázquez
Estepona Información. 27.11.2010

viernes, 19 de noviembre de 2010

La codicia

Roger Casement es el protagonista de la última novela de Mario Vargas Llosa: “El sueño del celta”. En su primera parte trata de la brutal explotación de la población del Congo por su graciosa majestad, el rey católico Leopoldo II de Bélgica. Tal como Roger comprobó el problema es la codicia, esa cualidad específica del ser humano que le hace enfermar por ansiedad de riquezas o poder.

La codicia sólo tiene un antídoto, una sociedad civil sana y ética que impida la acción del codicioso o la castigue. Si la sociedad esta enferma, por ejemplo la Europa colonial, la explotación del hombre por el hombre es inevitable.

En todo acto de codicia existe:
1. Un oscuro motivo del deseo: en el caso que nos ocupa el caucho y el marfil.
2. Unos beneficiados: las clases dirigentes de los países coloniales, con el rey belga a la cabeza de los ladrones.
3. Unas víctimas: los indígenas, diezmados y sometidos a una esclavitud -camuflada de legal por abogados- indigna. También fueron víctimas las mismas fuerzas coloniales, embrutecidas por el brutalismo que practicaban, y el medio ambiente africano, iniciándose su destrucción, que aun continua.
4. Una excusa: el comercio, y la civilización y cristianización de los nativos.
5. Unas mentiras: las que impedían a la sociedad bienpensante conocer la verdad. En aquella época ya existía una prensa a sueldo del poderoso.

Este esquema de la codicia se repite siempre. Observemos la Costa del Sol. Las plusvalías de la especulación urbanística eran el objeto del perverso deseo. Beneficiados los bancos, propietarios de melonares y constructores, participando en el botín -en calidad de corruptos o intermediarios- políticos, abogados y funcionarios. Víctimas los particulares, que compraban pisos a precios desorbitados. La excusa era el progreso económico. Sobraban las mentiras para dulcificar el latrocinio, todos sabían que la Costa del Sol era un nido de especuladores.
Un problema añadido en nuestra codicia local es que no sólo trincaron lo existente, también robaron el futuro, y aquí estamos con unas deudas inmensas generadas por los codiciosos, que pagaremos todos por muchos años.

También es codicia la actitud de todos los partidos políticos, que utilizan la toma del poder para el benéfico material propio. La derecha favorece que se enriquezcan sus padrinos. La izquierda se contenta al menos con colocar en organismos públicos a sus militantes. La factura la pagan los ciudadanos vía impuestos o carestía.

También es codicia de poder ser alcalde de Estepona inculcando de forma sistemática la ética y la verdad, defendiendo la injusta prebenda conseguida a base de demagógicas actuaciones, siendo en este caso la victima real, no los examinados por la justicia –que ese es otro problema- sino la población de Estepona, que ha sufrido la peor gestión posible en lo económico, lo social y lo moral por el codicioso alcalde actual, David Valadez.

Dios -o la Naturaleza- fueron sabios, no permitiendo la inmortalidad del ser humano. Si las desgraciadas victimas del Congo, colonizadores y colonizados, hubieran sido inmortales, el mundo de hoy sería un mundo de canallas o tullidos. Afortunadamente los protagonistas murieron, y nacieron hijos, seres nuevos. Las nuevas generaciones pueden continuar la barbarie si se educan en el mismo medio, o pueden regenerar toda una sociedad. Australia se colonizó a partir de presos comunes, la escoria, pero sus descendiente han creado un estado prospero y moral.

Esta reflexión podría aplicarse a Estepona. A nivel individual no exigiría ningún veto a los protagonistas de nuestro actual desastre, no soy nadie para tal dictamen, pero si pediría que nuevas generaciones se aplicaran a la política y gestión publica, pero a la manera australiana, no a la manera africana, en la que una cruel colonización fue asimilada por las elites de los nativos para continuar la brutalidad, la codicia y la corrupción en la gestión de sus países, una vez, en teoría, libres.

Damián Zamorano Vázquez
Estepona Información. 20.1.2010

sábado, 13 de noviembre de 2010

Tomemos el control de la diabetes. ¡Ya!

Este provocador título es el eslogan de próximo día mundial de la diabetes que, a iniciativa de la OMS, se celebra el 14 de noviembre a nivel mundial. El eslogan de este año está en línea con el tema de una campaña de cinco años (2009-2013) sobre la educación y la prevención en la diabetes. El objetivo es reforzar la conciencia mundial sobre esta enfermedad e insistir en conseguir capacitar a la personas para que sean activas y tomen control de su salud para prevenir la enfermedad y sus complicaciones.

La diabetes mellitus se diagnostica cuando hay valores elevados de azúcar (glucemia) en sangre. Se debe a un déficit absoluto o relativo de una hormona, la insulina.

Básicamente hay dos tipos principales de diabetes.

La llamada diabetes tipo 1 se debe a una destrucción inmunitaria de las células productoras de insulina. En general este tipo de diabetes afecta más a personas jóvenes, delgadas, y hay muchos síntomas al inicio de la enfermedad (sed, ganas de orinar, perdida de peso, etc.). Esta enfermedad, mortal antes del descubrimiento de la insulina en 1921, supone aún hoy en día un duro revés al diagnóstico tanto para el paciente como para su familia, como enfermedad crónica que, aunque permite una calidad de vida casi normal, exige una profunda adaptación a la enfermedad y su tratamiento, la insulina en inyección subcutánea. No es una enfermedad prevenible, ni por ahora tiene curación, aunque hay fundadas esperanzas de que esto se consiga en años por autotransplante de las células productoras de insulina.

Mucho más frecuente es la diabetes tipo 2, que afecta nada menos al 12 % de la población, aunque muchas personas desconocen padecer el trastorno. Suele ocurrir en personas con más de 40 años, y con sobrepeso u obesidad. Al inicio, el tratamiento puede ser sólo con cambios de estilo de vida y medicamentos orales, pero con los años muchos pacientes requieren insulina, como en los diabéticos tipo 1. Aunque tiene una fuerte base genética, esta diabetes es parcialmente prevenible evitado el exceso de peso y el sedentarismo. Precisamente, el profundo cambio ecológico que ha afectado a la especie humana en pocos decenios, comiendo demasiado y mal y realizando poco ejercicio, ha hecho que la diabetes y la obesidad sean las grandes pandemias de este siglo, con profundas implicaciones para la salud de las personas y de la comunidad.

El gran problema de la diabetes es que si el tratamiento no es del todo correcto, aunque el paciente no tenga molestias, los niveles de azúcar elevados de forma continua pueden deteriorar a largo plazo todo el organismo. Es lo que llamamos complicaciones crónicas de la diabetes que, cuando ocurren, alteran mucho la calidad de vida de los diabéticos. Hablamos de ceguera, fallo renal, problemas neurológicos periféricos y problemas cardiovasculares. Prevenir estas complicaciones exigen un estricto control de la diabetes, mucho mas complejo que evitar los síntomas, así como mantener un adecuado estilo de vida, una dieta adaptada a la enfermedad y su tratamiento, controlar la TA y el colesterol y no fumar.

A diferencia de otras muchas enfermedades, en la diabetes la mayoría de las decisiones terapéuticas en el día a día deben ser tomadas de forma autónoma por el paciente. Conjugar un buen control de la diabetes con una calidad de vida aceptable sólo puede pues conseguirse si es el paciente el que toma el control de su enfermedad, y esto exige que todos diabéticos sean entrenados en el conocimiento y autocuidado de su diabetes. La herramienta para conseguir este irrenunciable objetivo se llama educación para los diabéticos.

La principal responsabilidad de este proceso educativo recae en atención primaria, al ser la diabetes una enfermedad tan prevalente. Pero para diabéticos tipo 1 y casos complejos de tipo 2 se requieren equipos especializados, disponible en estos momentos sólo en los dos grandes hospitales de Málaga capital.

Damián Zamorano Vázquez
Estepona Información. 13.11.2010

Tema relacionado: Diabetes mellitus. Un decálogo

sábado, 6 de noviembre de 2010

Aféitense el cerebro

El pasado viernes 29 de octubre tuvimos la oportunidad de participar en un animado debate no partidista sobre temas políticos. El preludio de una muy animada y concurrida charla fue la conferencia de Ignacio Trillo sobre “Partidos Políticos y Leyes Electorales”. Ignacio tiene una mente privilegiada, un conocimiento enciclopédico, un tesón fuera de lo común y mantiene, a pesar de su dilatada militancia socialista, la rara virtud de pensar por su cuenta y no comulgar con ruedas de molino. Los que luchamos por una regeneración de la izquierda, que incluye honestidad, eficacia, respeto al medio ambiente y, como no, conjugar libertad con igualdad, tenemos como referente a Ignacio, martillo inmisericorde contra tanto mediocre que nos rodea y pretende dirigirnos.

En la conferencia se habló de las distintas Constituciones Españolas, empezando por “La Pepa” de 1812. Cercano su bicentenario, fue muy oportuno analizarla en un acto público, aunque no fuese el tema del gusto de la delegación de cultura, que se negó a ceder los locales del centro Padre Manuel, aduciendo que la charla de Ignacio era un acto político y no cultural. Consecuencia, la Asociación Progresista de Estepona, organizadora del acto, que trabaja sin patrocinios, sin extorsionar a empresarios, tuvo que abonar 90 euros por el alquiler de un salón de hotel. ¡Viva la cultura municipal¡. Corolario y consejo a la Asociación: a la próxima, incluyan en la charla un grupo musical arrebatador cantando a la Constitución; el gran jefe os dará todos los locales disponibles, contento de recordar esos bonitos tiempos en los que costosas campañas electorales le aseguraban su acta de concejal, a la par que aseguraban la cárcel de su superiores.

Dentro de las muchas cosas que dijo Ignacio me quedé con una frase: vivimos en una sociedad donde impera la libertad individual pero, paradójicamente, lo primero que se exige al que ingresa en un partido político es que deje su libertad en el vestíbulo. En los partidos no procede pensar y actuar con libertad. Como dijo Paco Ibáñez, en los partidos no gusta que nadie tenga su propia fe, y en la vida partidista no hay mayor pecado que el de no seguir al abanderado. Si los partidos no obligan a sus militantes a dejar su cerebro en el vestíbulo es porque el cerebro también tiene funciones motrices y de control de esfínteres que interesa conservar, pero a ser posible lo propio de un buen militante es que se afeite su cerebro, limando las circunvalaciones implicadas en el pensamiento propio, dejando bien al descubierto las relacionadas con el insulto al adversario.

La conferencia de Ignacio Trillo fue seguida de un animado debate, en total tres horas, y literalmente hubo que liberar al conferenciante de la insistencia de un público ansioso de poder debatir de política sin acritud, actividad curiosamente imposible de realizar en los partidos políticos.

Tras el acto tuve la oportunidad de conversar un rato con José María García Urbano, candidato del PP a las elecciones municipales. Me permitió ratificarme en la excelente opinión que tengo de él. Es persona amable y dialogante, pero firme es sus concepciones, cosa de alabar pues lo importante en política no es librarse de los enemigos, sino de los amigos, y para eso es virtud no ser susceptible a la manipulación por los propios. Su mayor activo, y por tanto su mayor dificultad, es tener ideas propias, no un simple regurgitado del provincial de turno. Es bueno para Estepona un centro-derecha solvente, y en eso me congratulo.

Por parte de la izquierda todo sigue igual de triste. Valadez y Centeno incansables cavando la ruina de Estepona y una profunda tumba electoral para el PSOE, a la vez que luchan por obtener las prebendas personales que les permitan seguir viviendo de la política.

Os ruego no se afeiten el cerebro, sigan siendo libres. Pero sí aconsejo a algunos cavadores que se afeiten lo cuernos - políticamente hablando- cuando embisten.

Damián Zamorano Vázquez
Estepona Información. 6.11.2010