lunes, 16 de julio de 2012

El velo de la ignorancia

Elaborar normas racionales y aceptables para organizar el mejor funcionamiento de la sociedad es una de las tareas de los llamados filósofos políticos. El tema perenne de discusión es conjugar libertad con igualdad.

Un análisis muy difundido fue realizado por el filósofo estadounidense John Rawls (1921-2002). La esencia de su razonamiento es como sigue. Si se le pregunta a la gente si está de acuerdo con la organización social existente, presumiblemente los ricos dirán que todo está muy bien, y los pobres que todo muy mal, y poca posibilidad de acuerdo hay. Si se pretenden unas normas justificadas y aceptables por la mayoría, la pregunta habría que hacerla estando la gente (ya hablamos en abstracto) bajo el velo de la ignorancia, sin saber si tendrán un futuro confortable o miserable. En esta circunstancias, bajo este velo de ignorancia, podría haber un consenso de organización social. La mayoría votaría por un mundo con altos niveles de igualdad, o al menos de solidaridad, que no es cuestión de votar por un mundo de ricos y pobres y al final terminar en el momento de la verdad en el lugar equivocado.

Me he acordado de Rawls a raíz de la disyuntiva que presumiblemente votaran los empleados municipales: o se despide a casi 180 trabajadores, o todos se bajan casi un 25% su sueldo. Si la pregunta se hiciera sin saber quienes serán los despedidos, probablemente ganaría la opción de reducción salarial. Pero realizar la votación sabiendo exactamente quiénes son los nominados a la cola del paro, pues que quieren que les diga: los casi 180 pueden darse por despedidos.

Es triste que la gente pierda su puesto de trabajo, pero también es muy tiste que pueda realizarse una votación en la que Antonio votará salvar íntegros sus ingresos a costa del despido de María. Ambos, Antonio y María, se conocen desde hace años, quizás han ido a los cumpleaños de sus hijos, quizás Antonio diga una cosa y vote –en secreto- otra, o quizás ambos elaboren complejas argumentaciones para justificar la defensa de sus intereses.

CCOO tendría que explicar muchas cosas, quizás la más importante sea por qué se han negado a cualquier negociación, terminando el asunto en la solución más infeliz, como es que pueda llevarse a cabo esta infeliz votación. Parece como si CCOO había decidido desde el principio que en entuerto no tenia arreglo, y optó por ir mareando la perdiz, y confiar exclusivamente en un recurso judicial contra los despidos, una vez estos consumados. Si los despedidos pierden en el juzgado, lo pierden todo. Si ganan el juicio todos perderán mucho, pues la ley ya no permite soluciones al estilo de Valadez, es decir, gastar lo que no se tiene y que los que vengan arreglen el desaguisado.

Habiendo CCOO aceptado la mayor, el ahorro de 6 millones de euros en nominas, lo consecuente hubiera sido negociar. Incluso no hacia falta detallar los recortes a realizar, entre otros motivos porque hay muchas posibilidades no estudiadas o aún no contempladas, por ejemplo la presumible reducción salarial y aumento de horas de trabajo de los funcionarios que ordenará el gobierno de Rajoy, y las directrices obligadas por la futura ley de las Administración Local.

Hasta en el ultimo momento podría haberse llegado a un acuerdo de mínimos, por el que se aceptaría el ahorro de los dichosos 6 millones de euros, en el peor de los casos con la reducción salarial contemplada, pero comprometiéndose con lealtad a suavizar la reducción de salarios conforme nuevas circunstancias o nuevas propuestas lo permitieran.

Todo lo acontecido me ha dejado mal sabor de boca, pero es lo que hay, y que cada cual sea responsable de sus actos. Tengo familiares que serán despedidos, y lo prudente seria pues que me callara, pero no me apetece esconderme cuando llueve. A García Urbano le ofrecí mi apoyo para sacar a Estepona del pozo, y solo me cabe en momentos difíciles reafirmar mi apoyo. De todas formas, si no hay despidos mejor.

Damián Zamorano Vázquez
Estepona Información. 14.7.2012

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