viernes, 11 de diciembre de 2009

Decálogo de un dictador de pueblo

En rigurosa primicia para Estepona Información publico un manuscrito encontrado en el año 3123 en las excavaciones de las ruinas arqueológicas de Estepona.

1. Sé tú el causante de la caída de tu predecesor. Se puede delegar en todo, pero no en este acto inicial, pues es lo que te conferiría fuerza de forma inmediata y atemorizará a competidores. No te preocupes por las excusas para abatir a tus enemigos, basta con que funcionen. Puedes acusarlos de corruptos y, a falta de pruebas, usa de forma torticera indicios. Por ejemplo afirma que llevan un tren de vida de supermillonarios, que ya habrá quien confunda la lógica higiene de un ilustrísimo con el uso de colonias de precios prohibitivos, o el poseer lavavajillas y video con mando a distancia con el disfrute de inconcebibles lujos en sus palacios.

2. Adjudícate un vocablo e insiste en qué es lo que te define. Ya no tendrás que argumentar nada ante cualquier crítica que te hagan, simplemente usa de forma repetitiva esta palabra, a razón de veinte veces por párrafo escrito, o cinco veces por minuto de entrevista televisiva. Vale cualquiera: Eficaz, Fuerte, Laborioso, Humilde, Honrado, etc.

3. Busca enemigos a los que puedas culpar de todos los males pasados, presentes y futuros sin más argumentaciones. Nerón escogió a los cristianos En un pueblo un enemigo de fácil manejo son los imputados. Señala al enemigo “común” y todo lo que falle ya no será culpa tuya sino de los imputados.

4. Tolera las corruptelas de tus aliados. Se acercarán muchos a tu sombra porque les proporcionará impunidad, y nunca te abandonarán pues habrán unido sus destinos al tuyo. Los secretos compartidos unen mucho.

5. Los grandes dictadores miman fundamentalmente a las fuerzas que pueden protegerlos, ejercito y policía. A nivel de pueblo busca un “ejercito” combativo al que, prodigándoles favores, puedas usar para confrontaciones futuras. Te aconsejo te alíes con algún sindicato poderoso.

6. Elimina de forma implacable a los funcionarios desafectos. Si puedes, humíllalos antes de su expulsión o traslado a la nada. El miedo se apoderará del resto de los funcionarios y serán solícitos para atender tus deseos, incluso los más alejados del sentido común, del bien común, o de la legalidad.

7. Domina la información. Una opinión pública desinformada es el mejor aliado de un dictador. Usa la prensa y TV local para tus fines. Inventa noticias buenas, disimula las malas, atosiga a tus enemigos. Cuida que los imputados salgan repetidamente en prensa y televisión esposados y humillados, producirá un gran efecto a favor de tu causa.

8. Para un dictador mentir es la norma. Prodiga también las medias verdades, pues son las mentiras más eficaces. Como nos enseño un experto en estas cosas una mentira repetida de forma constante puede terminar siendo considerada una verdad. Por ejemplo, si no tienes ni idea de como sanear las arcas de tu dominio, insiste de forma repetitiva en lo magnífico de tu gestión. Cuando los hechos son tan evidentes que la mentira es de fácil detección, calla y sigue haciendo lo que te de la gana.

9. No toleres que los descontentos se salgan con la suya. Esa debilidad no es propia de un dictador. Busca a alguien que te de por escrito “opiniones” jurídicas, o cualquier otra infumable excusa, y vulnera la legalidad o los acuerdos plenarios en la forma que mas te convenga. Si no quieren carril-bici, construye dos, o tres.

10. Recuerda que la importancia de un dictador de pueblo es sólo local. Es una excelente forma de vivir, pero no sobreestimes tu importancia y poder. Ten siempre claro que tu puesto depende de los poderosos, y sé por tanto muy solícito en satisfacerlos. También recuerda que por mucho que sigas mis consejos, si al final el resultado de tu gestión es la ruina de tu pueblo terminarás de mala manera, como yo, depuesto del poder y odiado por todos, incluso por mis aliados más estrechos, ahora entregados al nuevo líder local.

Damián Zamorano Vázquez

Estepona Infomación 12.12.2009

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