domingo, 10 de julio de 2011

Cabreo y doble cabreo

No quiero contarles detalles de la penosa situación en la que se encuentra el Ayuntamiento de Estepona. Corresponde al nuevo equipo de gobierno, el que ha heredado el esperpento, contar lo que tenga que contar. En cualquier caso piensen en la empresa peor gestionada del mundo y estarán cerca de conocer la verdad. Agudicen su ingenio, piensen aun peor, y acertaran.

Si el Ayuntamiento fuese una empresa privada, hacia años habría quebrado, pero nuestra mayor empresa local no quiebra, simplemente acumula deudas e impuestos. Comentaba la situación con un amigo del PP y me dijo que estaba profundamente cabreado por la situación. Le respondí que mi cabreo era mayor, o más exactamente era doble, por una parte cabreado como él por la extorsión, pero además también cabreado porque este quebranto se realizó en nombre de mi ideología y partido.

Los liberales más a la derecha –que, por cierto, tienen un cuerpo doctrinal amplio y disponen de generosos fondos económicos para su propaganda- piensan que los impuestos solo se justifican para gastos de defensa y seguridad, y que el resto es un simple robo al contribuyente. La derecha más centrada admite, obviamente, que hay muchos otros servicios públicos que deben ser gestionados por el Estado, y por tanto sufragados a base de impuestos. Correspondió a la izquierda profundizar en la cuestión y considerar como un derecho y no una dádiva usar fondos públicos para asegurar un bienestar básico para toda la población, fundamentalmente en aspectos de educación y protección ante la enfermedad, el paro y la vejez. Fue la izquierda la que desarrolló el moderno estado de bienestar, hoy día aceptado por casi todo el espectro político, con sólo algunos matices en su aplicación. También correspondió a la izquierda forzar fondos público para redistribuir la riqueza por otros mecanismos, aunque hoy día se prefiera predistribuir a redistribuir o, explicado menos técnicamente, se prefiere invertir en la igualdad de oportunidades y en facilitar la inserción social y laboral de los más desfavorecidos, y no simplemente en subvencionar el paro ocioso y la automarginación social interesada cuando es más cómoda que el trabajo o el esfuerzo.

Pero los impuestos los fijan los gobernantes, elegidos por voluntad popular. Corresponde pues a la izquierda convencer a la ciudadanía que debe sacrificar una parte significativa de sus ingresos, vía impuestos, para sufragar unos servicios públicos de la mayor calidad posible, y además para ayudar a los más necesitados a integrarse con todos las posibilidades en la sociedad. El objetivo es conseguir una sociedad cohesionada, un gran bien, pero cuesta dinero, mucho dinero. La historia enseña que la ciudadanía está dispuesta a costear la cohesión social, pero siempre que el objetivo a conseguir sea razonable, y los medios eficientes. Caso contrario se sublevarán contra los impuestos y renegarán contra la solidaridad.

Para la izquierda el dinero público es una pesada carga que se le impone a la ciudadanía, justificado por obtener un bien mayor: la cohesión social. Este dinero, debe ser pues lo más sagrado para la izquierda. Comprobar cómo se ha gestionado el dinero público en el Ayuntamiento de Estepona da no sólo cabreo, sino incluso asco y nausea, a cualquiera, en doble ración para el que se considera de izquierdas.

Estas reflexiones me invitan a descalificar a los que confunden la semántica con los hechos. Para muchos de izquierda los servicios públicos son lo mejor pues, como su nombre indica, están al servicio del público. Pero en ocasiones, y el mejor ejemplo es el Ayuntamiento de Estepona, los servicios públicos están solo orientados a satisfacer intereses particulares, y actúan de forma profundamente antisocial, en contra de los intereses públicos. Los impuestos en Estepona son elevados, pero los servicios son malos, y las deudas inmensas. El Ayuntamiento de Estepona es profundamente ineficaz y antisocial.

Damián Zamorano Vázquez
Estepona Informacion. 9.7.2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario