sábado, 6 de febrero de 2010

Alimentar al monstruo

De entre las múltiples formas de corrupción política, una de profunda tradición histórica y auge actual, sobre todo a nivel municipal y de diputaciones, es considerar por los partidos políticos que, tras su victoria electoral, el botín lógico es el asalto a la empresa pública, como si fuera sin más la agencia de colocación de los vencedores.

Lo primero es colocar a los militantes destacados en los llamados cargos de confianza, casi ausentes en países nórdicos, en los que sujetos de fidelidad contrastada ocupan puestos gerenciales para los que no están capacitados, con sueldos por encima del que tienen los funcionarios de carrera, siendo los menos dañinos los que ocupan cargos tan ficticios que ni siquiera tiene que acudir nunca a sus puesto de trabajo, tratándose sólo de una tapadera para la financiación irregular de los partidos, pagándose a los dirigentes políticos a cargo del erario público, de los impuestos. En muchos casos las juventudes de los partidos no son sino las escuelas donde se forman los más capacitados para medrar en un futuro en estos interesados carnavales.

Pero lo de los cargos de confianza sería aceptable, a fin de cuentas son de quita y pon, aunque cuando llega el quita es de armas temer, un ERE impresionante cuando un partido pierde el poder a nivel nacional, autonómico o local. Pero el problema es que el asalto a la empresa publica es de mayor calado, y consiste en saltarse a la torera la Constitución y las normas de la función publica, que tajantemente obliga a que el empleo público sólo debe obtenerse tras concurso en que se garanticen los principios de igualdad, merito y capacidad. Introducir familiares, amigos y correligionarios en las plantillas municipales de forma permanente es práctica habitual en nuestros consistorios, y se consigue con técnicas tan directas como el nombramiento a dedo, o mas refinadas como la oposición viciada, o la contratación con fraude de ley para que luego una oportuna reclamación judicial del “afectado” consagre el contrato como definitivo. Para ultimar el contubernio, un buen convenio laboral asegura la imposibilidad de despido, y todos adentro.

Si estas corruptas prácticas clientelares han podido ocurrir en cualquier consistorio de España, en Estepona se daban condiciones para que fuera aún más probable. Primero, han gobernado a lo largo de los años muchos partidos políticos, todos con su cuota de poder, es decir, su cuota de colocar gente en el Ayuntamiento. Segundo, el invento de las empresas municipales del GIL fue religiosamente conservado por sus sucesores, y en estas empresas es incluso legal contratar a dedo. Tercero, la bonanza económica ocultó los déficit y permitió contratos sin ton ni son, mientras se obviaba por ejemplo el pago de Hacienda, Seguridad Social y a grandes proveedores.

Las consecuencias en lo político del clientelismo: nefastas. El ciudadano descontento con el sistema, y los mas afectos a la política en muchos casos simples aprovechados sin ninguna ética de servicio a la ciudadanía –lo que define la política- sino, al contrario, un interés muy personal de sacar tajada del contubernio, él o sus familiares.

Otra consecuencia de este clientelismo: un gran monstruo, la actual plantilla del Ayuntamiento de Estepona. Monstruo por lo feo, pues nada hay mas feo que algunos usurpando puestos de trabajo bien pagados y bien descansados, a los que podrían haber accedido otros ciudadanos si se hubieran respetado los principios que deben regir en la contratación publica.

Grande es el monstruo -la incapacidad infla plantillas, no aumenta la productividad- y de hecho se come en nominas mas de lo que se ingresa, y eso supone deudas, altos impuestos, malos servicios.

¿Seguimos alimentando sin más al monstruo de la plantilla municipal, o intentamos adelgazarlo y adecentarlo?. Les ruego piensen sobre la pregunta. Yo también lo haré, y si se me ocurre algo de interés lo escribiré en próximos artículos

Damián Zamorano Vázquez

Publicado en Estepona Información. 6.2.2010

1 comentario:

  1. Gracias Damián por visitar mi blog y por dejar el enlace a tu texto (hubiera agradecido, además, algunas palabras).
    Trataré de seguirte, porque veo, a tenor de lo escrito en este artículo, que tenemos maneras muy similares de pensar, las que a mi juicio tienen que ver con la sensatez y el sentido común.

    Un cordial saludo desde Getafe (Madrid)

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