sábado, 4 de septiembre de 2010

La leyenda de la ciudad sin nombre

Esta película, de 1969, está entre mis favoritas. Es una comedia musical hilarante, como Estepona, pero la película termina cuando el chiste deja de ser posible y se impone la cordura.

En un descampado del lejano Oeste unos colonos encuentran oro, y se desata la típica fiebre por este vil metal que, según dicen, no da la felicidad pero ayuda a conseguirla. No existen normas, sólo la búsqueda del oro, pero este objetivo de búsqueda individual de las mejores pepitas permite crear una sociedad y una ciudad surrealista pero coherente con sus no-principios. En esta ciudad sin nombre, dominada por intereses particulares, se dan situaciones luego reproducidas en una ciudad con nombre: Estepona.

Un mormón tiene dos esposas, llamadas –creo recordar- PES y PSOE, con las que cohabita cuatro años. No les unía el amor sino el interés, y una vez cambiada la dinámica de intereses, la señora PSOE fue vendida en subasta pública -¿o judicial?- al insensato del pueblo, que permitió que su señora cohabitara con los tránsfugas necesarios para mantenerse como capataz exitoso.

Se acabó el oro, pero nuestro insensato buscó la última argucia para sostener el engaño. El oro se filtraba al subsuelo través de las tarimas de madera del suelo de las tabernas, y el incapaz de ficción excavó toda la ciudad para obtener este oro. El resultado fue el esperado, la ciudad literalmente se hundió. Mas o menos lo mismo que ha hecho Valadez con los fondos municipales, agotados por años para mantener el engaño de su no gestión.

A final de la película los mineros abandonan la ciudad, la han destrozado. Es de esperar que el máximo responsable de nuestro estropicio aun pueda, fuera de la ciudad, tener una próspera carrera en lo que domina, acudiendo al Missisipi como tahúr (jugador fullero, que hace trampas).

La ciudad sin nombre fue un producto de la irracionalidad, del beneficio fácil, del pelotazo, de la improvisación. Fue la ciudad de la cigarra. Al igual que Estepona la ciudad sin nombre fue destruida. Es el momento de que asuman su reconstrucción personas de otra madera, llámense granjeros, llámense hormigas, en ambos casos planificación más esfuerzo.

En Estepona debe terminar de forma definitiva la charlatanería, el amiguismo, la mentira y el culto al interés personal. Nos merecemos otra forma de hacer política, y además se merecen nuestros hijos que no les dejemos tantas deudas acumuladas que frenaran el crecimiento y el empleo. Es momento para que los ciudadanos dejen de ser embaucados por tanto buscador de oro, pues el oro se acabó. Es el momento de personas sensatas, cuan menos grandilocuentes mejor, que cual ama de casa juiciosa analice los problemas, ponga orden en el gasto, no se invente ingresos inexistentes, ilegales o abusivos, y con esa misma sensatez planifique en futuro económico –del que depende el social- de Estepona en los próximos años.

El candidato del PP a las elecciones municipales, José María García Urbano, se ha postulado en sus declaraciones como esa necesaria ama de casa austera y eficiente. Valadez insiste es ser el irresponsable embaucador empeñado en aumentar la ruina que nos aflige, como el etílico de la película, aunque en su caso su borrachera es de poder. Valadez tiene –políticamente hablando- sus días contados: su irresponsabilidad en la gestión y en el respeto a las leyes le hace ser una bomba de relojería a explotar en su momento. Pero la izquierda de Estepona no merece perecer por culpa de este personaje. Procede se separe de forma tajante de los modos y gestión de Valadez. Procede oiga lo que necesita el pueblo de Estepona y actúe en consecuencia, dedicándose a proponer una gestión austera y juiciosa del Ayuntamiento, manteniendo sus compromisos sociales, pero cortando de raíz cualquier despilfarro del dinero publico. Existe una política de izquierdas posible para Estepona y, o se lucha por ella, o a contemplar por lustros como gobierna y gestiona el PP.

Damián Zamorano Vázquez
Estepona Informacióm. 4.9.2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario