domingo, 16 de octubre de 2011

Sanidad pública

Los americanos, como personas, son en general muy buena gente, pero en algunos aspectos son tan diferentes a nosotros que a veces nos desconciertan. Sienten una genuina devoción por sus derechos, su libertad, su autonomía, y creen que la libre iniciativa de las personas, su esfuerzo y responsabilidad, es la base legítima y necesaria para el éxito, tanto del individuo como de la sociedad. Evidentemente también son solidarios, pero a su manera, sin aceptar ni indolentes ni parásitos sociales.

Conversando con un colega americano, él no podía entender que la sanidad en España fuera gratis. ¿Y por qué no también la comida y la vivienda –preguntaba- que son necesidades aún más básicas?.

Para la mayoría de los americanos la atención sanitaria es un problema que debe resolver cada persona según su mejor criterio. Lo habitual es disponer de un seguro sanitario, vinculado al puesto de trabajo, gestionado por entidades privadas, y con cobertura muy variable según la cuantía de la póliza. Muchas personas no pueden disponer de este tipo de seguro, y el estado gasta cuantiosos fondos para seguros públicos, dirigidos a los colectivos desfavorecidos, pobres y ancianos. Con todo, muchos millones de americanos no disponen de ninguna cobertura sanitaria asegurada.

Esta anomalía (millones de parias sanitarios en el país más rico del mundo) ha sido históricamente denunciada por el partido demócrata, lo más parecido a la izquierda europea. Clinton fracasó en su intento de reforma, y está por ver si Obama consigue el objetivo final de los demócratas, que todos los americanos sin recursos dispongan de asistencia sanitaria. El cualquier caso el modelo final sería muy distinto del español. La inmensa mayoría de la población seguiría con sus seguros privados, pues bajo ningún concepto la población acepta desaparezcan estos, y solo los desprotegidos serían atendidos a cargo del Estado. Habría seguro universal para los pobres, pero las clases medias y altas, y gran parte de la clase trabajadora, seguirán al margen de la sanidad publica. Confían más en su sanidad privada.

El sistema sanitario americano es caro e insolidario, pero también hay que reconocer que los mejores hospitales y centros de investigación del mundo están en Estados Unidos, y que si no se impone un sistema como el español es simplemente porque una abrumadora mayoría de población no lo desea, lo repudia como liberticida.

En España en pleno franquismo el sistema sanitario era similar al americano actual, solo que más cutre, como correspondía a un país mucho mas pobre, tanto en lo económico como en los social y educativo. Los trabajadores pagaban un seguro obligatorio de enfermad que, a diferencia de en EEUU, era gestionado directamente por el Estado y sus funcionarios. Existía también la beneficencia, con el correspondiente carnet oficial de pobre, gestionado por ayuntamientos y diputaciones. El resto de la población se las apañaba como podía, y en numerosos casos la enfermedad suponía la ruina para la familia, bien por la pérdida de ingresos cuando afectaba al cabeza de familia, bien por lo costoso de los tratamientos, sobre todo cuando se requería cirugía.

Tras la democracia se optó por la equiparación con la Europa social-demócrata, también en sanidad, y cambio radicalmente el sistema. Nuestra sanidad pública actual es casi universal, casi gratuita (en la prestación del servicio), financiada vía impuestos, gestionada directamente por el Estado, y con prestaciones muy extensas y de alta calidad. Además, y este es el rasgo mas crucial, la atención es igual para toda la población, independiente de los ingresos o situación social del ciudadano.

Podemos sentirnos orgullosos de lo conseguido, pero nuestra sanidad pública tiene muchos problemas, y estos se acentuarán con los recortes obligados por la crisis económica. El sistema, o se reforma, o terminará destruido en manos de los ciudadanos descontentos. De esto tratará mi próximo articulo

Damián Zamorano Vázquez

Estepona Información. 15.10.2011

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