sábado, 13 de junio de 2009

Ciudadanos

Una de las consecuencias de la larga dictadura franquista fue la desaparición de la sociedad civil. Los que vivimos los últimos años de la dictadura sabemos bien de que hablamos. En aquellos momentos de dictablanda el problema no era tanto la represión política, sino sobre todo el desierto intelectual e ideológico que imperaba en la sociedad. Quizás el único deseo común era ser como los europeos, demócratas y ricos, pero para el resto de los temas, o predominaban las discusiones de bandos, o simplemente eran diálogos de besugos. Desde la democracia mucho ha cambiado, la población es más culta, más informada y sobre todo más tolerante. Pero se sigue arrastrando hasta el aburrimiento la debilidad de la sociedad civil. 
Los políticos están mal valorados por la población, pero esta acude en masa a las elecciones, cada 4 años, y en muchos casos lo hace con entusiasmo deseando ver ganar a su partido, pero a partir de ese viaje al oasis, de nuevo al desierto, a una participación ciudadana nula en lo público, no hay cauces al respecto, y todo el trabajo, incluyendo el trabajo sucio de propaganda y desinformación, queda en mano de los políticos, mal valorados por la población, y se cierra el círculo.
Podría pensarse que esto es la política nacional, o incluso la europea o la de las comunidades autónomas, pero que a nivel municipal la situación es distinta. La cercanía de los ciudadanos a la vida municipal permitiría que la sociedad civil tuviera influencia en la gestión de sus asuntos locales, como reza en los manuales al uso. Visto lo que se ve en Estepona, esto es pura falacia, falso para más señas. Los ciudadanos de Estepona contemplan impasibles el deterioro en lo ético y en lo económico de su pueblo y solo les queda el pataleo y el desahogo en algún foro de Internet, en el bar de su barrio, o en alguna manifestación convocada por la plataforma vecinal. Pero no puede intervenir con su voz, su razón, o acción en lo que es una crónica de una muerte anunciada, una agonía prolongada, un conocer y no poder. Un no comprender como años de bonanza económica derivada del ladrillo no aporto una economía saneada, sino un acumulo de deudas y una plantilla municipal hipertrofiada hasta la ineficacia, con el plus añadido de las contrataciones aliñadas con el nepotismo, amiguismo y clientelismo, ante la pasividad mas que interesada de los primeros garantes de una contratación transparente en el sector publico, los sindicatos. Un no comprender como durante meses se ha mantenido una situación de gasto corriente superior a los ingresos, sin un plan de saneamiento para corregir este esperpento, y que ni existe ni se le espera. Un no comprender que la solución a esta mala gestión de los políticos locales no es votar de inmediato por mejores políticos, sino pagar mas impuestos para obtener peores servicio (el dinero se queda en nominas), o aun mas descabellado, pedir prestamos para el gasto corriente, para que en un futuro malos políticos sigan obligándonos a pagar aun mas impuestos para obtener peores servicios, y se cierra el circulo.
Como bien se dijo desde la plataforma vecinal queremos políticos al servicio del pueblo, no un pueblo al servicio de los políticos. Queremos ser ciudadanos, no súbditos. Es necesario restablecer la confianza de la población en la política, actividad humana tendente a gobernar o dirigir la acción del estado en beneficio de la sociedad. Pero parece que los políticos trabajan mas a gusto manejando súbditos que ciudadanos, por lo que obtener el estatus de ciudadano no va a ser una concesión de sus majestades que mandan, sino un derecho natural exigible con la palabra, la razón, y quizás también con algún puñetazo en la mesa o un grito de basta ya.
Animo a los ciudadanos de Estepona a la concentración convocada por la plataforma vecinal el día 4 de Junio. Y los animo a que cada cual vaya con el grito de su elección. Yo me apunto al ¡basta ya¡

Damián Zamorano Vázquez
Publicado en Estepona Informacion, 30.5.2009

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