sábado, 29 de mayo de 2010

Patrocinios

A raíz del caso Astapa, sobre todo de la divulgación de las escuchas telefónicas, se ha abierto un debate sobre si las ayudas económicas de empresas privadas a actividades municipales son prácticas lícitas, o simplemente una forma más de corrupción o corruptela.
Curiosamente de patrocinios sabemos mucho los médicos, sobre todo los que tenemos experiencia en la organización de congresos. La relación de la industria farmacéutica con los médicos no es una relación proveedor-cliente, en la que estaría justificada cualquier acuerdo comercial. El médico no es el cliente de la industria farmacéutica, es simple gestor de quienes en verdad son los clientes, quienes pagan los medicamentos, particulares o el servicio nacional de salud, y además un gestor obligado -por su inmenso poder al ser quien decide la prescripción- de recetar exclusivamente atendiendo lo mejor para su paciente, nunca influenciado por beneficios económicos particulares si se somete al soborno o influencia por la industria farmacéutica. Es similar al caso de los gestores políticos y funcionarios, ellos no son clientes de las empresas privadas, son gestores de unos intereses y unos dineros públicos, y también tienen la obligación ética y jurídica de actuar siempre en benéfico del interés público al que representan, nunca utilizando su poder para el beneficio económico personal.
Precisemos algunos conceptos.
Se le llama tarugeo a una práctica antigua en la que el médico recibía dinero de los laboratorios por recetar sus productos. Es lo más parecido a la corrupción municipal pura y dura (dinero a cambio de favores), y en mi experiencia es una práctica erradicada desde hace tiempo.
La posibilidad de obtener regalos de la industria farmacéutica, en dinero o en especies, está severamente prohibida en la actualidad. Sólo se aceptan pequeñas cortesías de escaso valor, generalmente material de escritorio, y la posibilidad de suscripción a revistas o libros científicos. Desde luego los médicos no pueden recibir trajes, ni jamones en Navidad, y similar prohibición seria deseable para cualquier político o funcionario.
Pero, excluidos el tarugeo y el regalo, sí se acepta la colaboración económica de la industria farmacéutica con los médicos, pero este patrocinio afecta fundamentalmente a becas de investigación y a colaborar en las actividades formativas, sobre todo en los congresos médicos. Probablemente sin tal colaboración estos congresos casi desaparecerían.
Pero bajo esta fórmula de colaboración para la formación se escondían muchos abusos, incluyendo turismo de lujo para el médico y su pareja, y que en el fondo era una forma de primar al médico para que correspondiera al agasajo volcándose en recetar productos del agasajador. Hace pocos años esta situación cambió radicalmente, la industria farmacéutica decidió autorregularse, y se creó un código ético, rígido en el sentido de prohibir cualquier actividad lúdica disfrazada de congreso científico, y rígido por las severas multas que aplican a los que violan el código. Aun hay muchas distorsiones, inevitables cuando la difusión de nuevos medicamentos exige un cuantioso gasto de marketing enfocado a incentivar a los médicos, pero el ejemplo de la autorregulación de la industria farmacéutica enseña que, incluso en el peor de los escenarios, siempre puede hacerse algo para evitar que bajo la benefactora figura del patrocinio se esconda una simple compra de voluntades.
A nivel municipal algo parecido debería realizarse, para separar el grano (el beneficio mutuo para la empresa privada y ayuntamiento que puede suponer el patrocinio) de la paja (una formar de disfrazar la corrupción, la corruptela o la simple extorsión al empresario). Dos conceptos deben quedar claros para que el patrocinio sea aceptable: transparencia (con registro público y firma de contrato de la actividad patrocinada) e idoneidad. Parece necesario elaborar unas normas de obligado cumplimiento sobre el patrocinio a nivel municipal.

Damián Zamorano Vázquez
Estepona Información. 29.05.2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario