viernes, 30 de julio de 2010

Tren litoral

En el año 1982 finalizaba mi especialización médica en Madrid. Mi objetivo era volver a Málaga, como así fue, pero muchos compañeros de trabajo decidieron quedarse a vivir en Madrid. Era imposible comprar un piso en su núcleo urbano, muy caro, por lo que todos optaron por comprar su vivienda en las ciudades periféricas de Madrid –entonces ciudades dormitorio-, en expansión vertiginosa. Aquello parecía una locura, era cambiar el cómodo desplazamiento dentro de la capital -gracias al metro- por la insufrible rutina diaria haciendo muchos kilómetros en carretera, en interminables colas, para ir de la vivienda al trabajo. Pero no había alternativa.

Casi treinta años después, tras casi treinta años de continuo progreso económico, me encuentro ahora en las mismas que mis compadecidos compañeros de juventud entonces. A diario he de realizar 50 kilómetros de desplazamiento por carretera, en coche particular, para acudir desde mi casa al puesto de trabajo, y no tengo opción de poder utilizar transporte público, es sencillamente imposible. Supone perder una hora al día, un alto coste en gasolina y un mantenimiento frecuente del vehículo (y afortunadamente no tengo que sufrir el atraco de la autopista de peaje), un riesgo real de accidente por las muchas horas de exposición al tráfico, y una absurda contribución a la contaminación. Con todo, hoy el tráfico es más fluido, gracias a una circunstancia desgraciada: la crisis económica. Hace unos años, entrar y salir de Málaga capital suponía entrar en una ratonera, sobre todo en horas puntas, dada la enorme cantidad de personas que acudían en coche propio a su trabajo, sobre todo en la construcción, y el enorme flujo de vehículos pesados.

El transporte público por carretera en bastante deficitario, no sé si por mal diseño, por ser poco rentable, por estar al servicio de los intereses de los adjudicatarios y no de los ciudadanos, por ser lento, o por todo a la vez. El caso es que no funciona, y es un dicho cierto que se tarda más de Estepona a Málaga que de Málaga a Londres. Como anécdota, recuerdo la ilimitada paciencia de unos turistas alojados en un hotel del extraradio de Estepona, a la espera del autobús de línea que les llevara al centro urbano: nunca llegaba; una y no más dirían los sufridos turistas, y como consecuencia el centro vacío.

Hay que adecuar el transporte público a las necesidades de desplazamiento por motivos de trabajo, pero también facilitar la movilidad por motivos de ocio y adecuarse a las necesidades de los turistas, muchos de ellos sin vehiculo propio en sus vacaciones.

La Costa del Sol Occidental, entendida como una gran metrópolis, tiene unas características particulares. Es una estrecha franja urbana pegada a litoral. No hay un polo único de atracción, y siendo fundamental la conexión al aeropuerto y estación del AVE, no son menos importantes todas las conexiones a los núcleos urbanos de los distintos pueblos y la capital. Por último, gran parte de la población vive diseminada en los extrarradios.

Con diferencia, la mejor opción para paliar las graves carencias de transporte en la Costa del Sol Occidental está en dotarla de un potente transporte ferroviario –tren litoral-, y hay que arrancarle a la Junta de Andalucía el compromiso político de su priorización. Dicho tren litoral tendría dos objetivos: el desplazamiento rápido -con escasas paradas-, y el desplazamiento más lento, tipo entre tren de cercanías y tranvía.

Los beneficios del tren litoral serían inmensos, a corto y largo plazo, un potente motor de generación de riqueza.

Para Estepona, en un extremo de la franja litoral cuya cabeza esta en Málaga, y por tanto muy lejos, dicho tren puede ser la clave para impedir su deterioro económico. Si las inversiones y el turismo castigan a Estepona por su deficiente sistema de transporte, corremos el riesgo de terminar siendo una ciudad dormitorio al servicio de zonas más pujantes por estar mejor comunicadas.

Damián Zamorano Vázquez
Estepona Información. 31.7.2010

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