sábado, 10 de diciembre de 2011

La segunda transición

La transición española se inició con la reinstauración de la democracia, y culminó con la integración europea bajo el largo gobierno de Felipe González. La etapa de Aznar supuso una simple continuación del proceso, aplicando las medidas económicas necesaria para el ingreso en el euro.

En el momento actual se ha comprobado que la integración económica en Europa ha resultado fallida, y solo cabe salirse del euro, con un coste impredecible, o aceptar las reglas del club. En este contexto España se enfrenta a una segunda transición, con el reto fundamental de cambiar nuestro modelo productivo.

Siendo estudiante universitario, en los efervescente años 70, quedé cautivado por un libro de la escritora marxista Marta Harnecker: “Los conceptos elementales del materialismo histórico”. Era un librito fácil de entender, y suponía el equivalente de la piedra filosofal de la alquimia, en este caso entendidos los conceptos se tenía la prodigiosa facultad de poder opinar de todo, de lo más simple a lo más complejo, sin necesidad de ulteriores estudios o consultas. Transmutaba de forma mágica la ignorancia o el atrevimiento en una opinión cierta sin discusión alguna.

Tardé poco en curarme de este sarampión de simpleza mental, y con los años he aprendido aún mucho más que todo tiene ventajas e inconvenientes, que una opinión formada es un complejo conocer, balancear y finalmente concluir. Esto no supone escepticismo, pues la conclusión final puede ser muy firme, pero solo es fundada si se evitan los tramposos atajos.

Al igual que en la primera, en esta segunda transición se deben tomar decisiones controvertidas, y esto creará agitación, no sé si en la calle, pero sí seguro en nuestra mentes, y convendría tener unas herramientas apropiadas para poder elaborar y culminar nuestras opiniones con criterio.

Lo primero para poder opinar es estar informado, y esto es hoy día más fácil gracias a esa inmensa enciclopedia viva que es Internet. Luego ayudaría conocer la opinión de otros, pero este punto topamos con el arraigado sectarismo mental de políticos, medios de comunicación y grupos de presión. Ni siquiera ayuda demasiado la opinión de profesionales del tema, por ejemplo de economistas, que por motivos que mi ignorancia me impiden comprender discuten sin rubor en la supuesta interpretación científica de los problemas y las soluciones.

He decidido pues volver a la cuentas de la vieja, y preparar mis propias herramientas para poder analizar las controvertidas decisiones que pronto inundaran los medios de comunicación y agitarán mentes y almas de los ciudadanos.

Mi punto de partida es que aunque a corto plazo el principal problema de España es el paro, a largo plazo nuestra viabilidad como país prospero depende de aumentar la eficiencia y la productividad, tanto en el sector publico como privado. Si solo existiera Europa el problema no sería tan grande: Alemania fabricaría coches obteniendo elevadas plusvalías, y nosotros nos dedicaríamos a servir cerveza a los turistas alemanes, y a cultivarles tomates. Pero en un mundo globalizado ni siquiera vale este resignado servilismo, si no mejoramos la competitividad de nuestra económica, incluso otros países mas productivos pueden hundirnos el turismo y la verduleria.

Las medidas que mejoren nuestra eficiencia económica me parecerán pues adecuadas, pero con dos condiciones. La primera, que no deterioren la cohesión social, entendida esta como que las personas decentes, honradas y trabajadoras puedan llevar una vida digna y feliz. La segunda condición es no aceptar medidas que simplemente permitan beneficios desproporcionados y antisociales de los grupos de presión y poder, sean políticos, banqueros, empresarios, sindicatos, obispos, vagos o simplemente corruptos.

Resumiendo, lo fundamental es hacer la tarta, para lo que hay que trabajar duro, pero simultáneamente hay que procurar un reparto justo de la tarta, y no que se la coman los de siempre.

Damián Zamorano Vázquez

Estepona Información. 10.12.2011

2 comentarios:

  1. reinventar la socialdemocracia?... es un buen objetivo

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  2. Las dos medidas están bien, pero no dice usted de que manera las defendemos si intentan obligarnos a no disfrutarlas. El enemigo ha trabajado durante años la insolidaridad, la desinformación y la desmovilización social; así como algunos actores sociales han hecho muy mal sus deberes, cuando no se han aliado (por omisión) con aquél, el enemigo. No lo olvide. Un saludo. Manuel, visitador médico.

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