sábado, 5 de noviembre de 2011

Sabios y curanderos

Hace años, en un rally turístico en el sur de Marruecos, uno de nuestros coches tuvo una colisión con un vehiculo conducido por marroquíes. Como médico atendí a los heridos, y una chica marroquí claramente tenia una fractura de antebrazo. Me ofrecí a llevarla al hospital más cercano, pero la chica se negó. A su entender los médicos locales eran unos negados, de seguro la dejarían lisiada, y prefería acudir al curandero local, un manitas recomponiendo lo roto. A decir verdad, nuestra medicina oficial antigua también tenia sus crisis de confianza, cuando los galenos aplicaban sin más lavativas o sangrías para todas las enfermedades, desde la tisis al mal de amor.

Me da la impresión de que los sabios economistas actuales están al mismo nivel de despiste que estaban los médicos del periodo pre-científico. Para algunos lo importante es la austeridad para librarnos de las deudas acumuladas, y luego seremos felices y comeremos perdices. Para otros, de la crisis solo se sale aumentando el consumo privado y el gasto publico, generando empleo, y las deudas se arreglan dándole a la maquinita de hacer dinero, que haciéndolo con inteligencia tampoco generaría una inflación peligrosa.

Claro, todo depende del color del cristal con que se mire. A ojos de un alemán, escarmentado por la historia de los desastres provocados por la hiperinflación, en un país con un paro tolerable y unas relaciones laborales estables, un estancamiento económico transitorio no es gran problema, salvo que los países de su entorno se empobrezcan tanto que dejen de comprarles coches o lavadoras. Para un parado español, o una recién licenciada de magisterio –valga la redundancia- esto de los recortes les suena a exclusión social: ni trabajo, ni coche, ni casa, ni hijos. Realidad dramática para toda una generación de jóvenes que deberían iniciar su futuro y que cuando protestan en la calle por la situación –léase 15.M- son insultados por la caverna a pesar de su extraordinaria mesura y el sentido común de sus exigencias.

De los sabios economistas no obtengo luz. De las propuestas oficiales electorales de los encargados de resolver la situación, los partidos políticos, poca ilustración cabe esperar. No saben o no contestan, es el resumen de sus respuestas a las demandas de la ciudadanía.

Pregunté pues a mi curandero sociológico de cabecera: ¿qué hacer?, ¿qué nos espera?

Su consejo: que cada cual reúna a su familia y declare la economía domestica de guerra. Apañarse con lo que hay y trabajar duro, en unos casos para sobrevivir, en otros para acumular prosperidad.

En cuanto al futuro, su pronóstico es que nada volverá a ser como antes. En la época de prosperidad, hace apenas cuatro años, se debería haber realizado profundas reformas de nuestro modelo de crecimiento y redistribución de la riqueza, pero nadie se atrevió, ni PSOE ni PP cuando gobernó. La crisis obliga a profundas reformas especificas, y de camino a realizar las pospuestas. Aunque nadie se atreve a formularlo, y de ahí el vacío de los programas electorales, el futuro próximo será la aplicación de la economía familiar de guerra a toda la sociedad: apañarse con lo que hay y trabajar duro.

Nos esperan años de estrés, de dura competencia, para muchos simplemente para sobrevivir, para otros la oportunidad de hacerse muy ricos. Dentro de unos años la gente acabará hastiada de tanto estrés, de tanto vivir para trabajar y no trabajar para vivir, y volverá triunfante la socialdemocracia, pero nada será como antes. La gente, curtida en la batalla de la supervivencia, solo aceptará lo público si mejora lo que puede conseguir por sus propios medios, y dejará de creer en milongas disfrazadas de ideologías y llamará a las cosas por su nombre. Por ejemplo llamará hipócritas a los hipócritas que detestan de palabra los colegios privados en los que confían la educación de sus hijos.

Eso me ha dicho mi curandero, pero no les hagan caso, que no es ni sabio ni político.

Damián Zamorano Vázquez

Estepona Información. 5.11.2011

1 comentario:

  1. que gran politico hemos perdido en el sr. Epicuro, haber cuando da el paso y se vuelca en la politica

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