sábado, 26 de noviembre de 2011

La conjura de los necios

Viendo la distribución de escaños del próximo parlamento, con amplia mayoría absoluta del PP, parecería que el avance de la derecha en apoyo popular ha sido brutal. No es el caso, Rajoy ha obtenido incluso algunos votos menos que obtuvo Zapatero en el 2008, y nadie habló en su momento de una victoria apoteósica del PSOE. Lo que ha ocurrido en las elecciones del 20-N es simplemente que el PSOE se ha hundido.

La debacle del PSOE es el resultado de la cruel y prolongada crisis económica. Pero esta es solo una explicación parcial. El PSOE era desde hace años un zombi que solo se sostenía por las rentas que da el poder, y toda su actividad interna era una lucha no disimulada por obtener las prebendas que quedaban del poder que quedaba. Se acabó el poder, se acabaron las prebendas, pero hay un serio riesgo de que se mantengan en lo que queda del PSOE los peores de la casa, hasta la extinción final de este partido histórico. La renuncia a dimitir de los secretarios local y provincial del PSOE, señores Valadez y Heredia, hace pensar que efectivamente los necios se conjurarán para seguir probando turrón, imitando en el título y en el fondo la patética pero hilarante novela de John Kennedy Toole.

Un PSOE zombi, destinado a hacer la travesía del desierto, es el mejor regalo que se le puede hacer a la derecha, y la mayor traición posible a la izquierda. No creo que Pablo Iglesias creara el PSOE para esta triste agonía. El PSOE tiene la obligación moral de renovarse de forma total, y tres son las palabras claves en este proceso: lideres, ideas y democracia.

Después de todo lo que ha llovido, los únicos lideres reales del PSOE son Felipe González y Alfonso Guerra, pero ambos son demasiado mayores para cualquier proceso de renovación. No se conoce en la actualidad ningún líder para el futuro PSOE, y dado el caso lo mejor es no improvisarlo. Es absurdo crear un líder artificial, lo mejor es simplemente aupar al poder interno a unos buenos gestores del proceso de renovación. Con tal de que sean inteligentes y honestos basta para lo que ahora se precisa.

Las ideas propias del PSOE son las de la socialdemocracia y, en teoría, es muy fácil tener un cuerpo doctrinal sólido socialdemócrata cuando se está en la oposición. Pero hay un grave riesgo de caer en la impostura. Zapatero ha tragado –a su pesar- demasiado del cáliz de la impostura, de tener un programa político y aplicar lo contrario gobernando. La socialdemocracia ahora no tiene discurso, entendido como tal algo que se promete desde la oposición pero también se cumple desde el gobierno, y lo que no se tiene hay que crearlo. Y hay que crear desde la realidad sociológica, no desde el talibanismo ideológico. Es sorprendente que en cada campaña electoral se reproducen las críticas contra la salvaje derechización del PP en Madrid y Valencia, destruyendo –dicen- educación y sanidad pública, para luego comprobar como en cada elección los populares derrotan una y otra vez ampliamente a los socialistas. Sea como termine siendo el discurso socialdemócrata, o representa también los intereses de sectores amplios de las clases medias, o será el discurso de un eterno partido decente pero marginal, y para eso ya está IU, para eso no hace falta PSOE.

Pero la palabra clave en la renovación del PSOE es democracia. La dictadura, como la practicada por Valadez en el PSOE de Estepona, es moralmente perversa, y sus resultados son nefastos, como el mismo PSOE ha comprobado en sus carnes. El PSOE pretende ser el partido de los trabajadores, y lo único que tiene que hacer es ir del dicho al hecho. El PSOE debe estar donde están los trabajadores y los ciudadanos, en sus puestos de trabajo y en sus asociaciones cívicas, aceptando también su pluralidad en el análisis de sus problemas y soluciones. De la misma forma el PSOE debe nutrirse de trabajadores reales, sean militantes o simples simpatizantes, no diseños de despacho criados a base de mala leche

Damián Zamorano Vázquez

Estepona Información. 26.11.2011

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