sábado, 31 de marzo de 2012

El contrato social

La segunda guerra mundial, precedida de una severa crisis económica, dejó a Europa exhausta, tanto moral como económicamente. Una ciudadanía culta y endurecida, pero enlutada y hambrienta, decidió reconstruir su mundo con un modelo social cohesionado orientado a las necesidades de la población y no a la rapiña de unos pocos. Se estableció un contrato social entre el capital y el trabajo de forma que, manteniendo la economía de mercado como motor del crecimiento, se estableciera una amplia redistribución de la riqueza para extender el bienestar a todos.

De gestionar este contrato se encargaron partidos moderados de derecha e izquierda. El resultado fue espectacular: disminución de la brecha entre ricos y pobres, crecimiento económico prolongado con aumento notable de la productividad, pleno empleo, condiciones laborales satisfactorias, consolidación de una inmensa clase media y creación de un sistema de protección social (llamado Estado de Bienestar) que, además de proteger contra contingencias, facilitaba la igualdad de oportunidades y redistribuía riqueza.

Este contrato social fue cuestionado en los 80 por Reagan y Thatcher, y sobre todo a nivel mediático fue atacado sin piedad por corrientes de pensamiento conservadoras sufragados generosamente con dinero de los poderosos.

La crisis del 2008 y la globalización han creado problemas reales al modelo social y de crecimiento de los países capitalistas más desestructurados, como es el caso de España. Pero el capital no se ha avenido a renegociar el contrato social con el trabajo, simplemente se aplica a destrozar el trabajo, intentando aplicar el modelo chino: trabaja como un chino, cobra lo poco que cobra un chino, y las prestación sociales que bajen a un mínimo y el que quiera algo mejor que acuda al mercado privado.

La situación ha pillado al PSOE desprevenido, confuso y aislado, perdiendo apoyo popular. El PP, aprovechándose del miedo de todos, y mintiendo sin descanso, logró un triunfo espectacular en toda España, y con tanto poder no se ha planteado diseñar unos consensos mínimos con el cuerpo político y social, simplemente ha aplicado el rodillo, siendo la tropelía mayor una reforma laboral viciosamente sesgada a favor de los intereses de los empresarios. Y lo que queda por venir.

Los inesperados resultado de las elección andaluzas, en las que el PP no ha podido conseguir la mayoría absoluta, han supuesto un freno al intento del PP de romper el contrato social español. Yo le sugeriría que recondujera la situación y se dejara de tanta chulería y prepotencia. Parece que se tardará en salir de la crisis, malo para España, malo para el PP. Además, si se sale de la crisis con unos costes sociales excesivos (malas condiciones laborales, deterioro de sanidad y educación, etc.), la conciencia social española –Andalucía acaba de demostrarlo- pondrá las cosas en su sitio, y más pronto que tarde una izquierda de nuevo triunfante reformulará el contrato social que el PP quiere romper.

El PP está empeñado en gobernar a favor del núcleo más duro de la derecha, sea político, empresarial o confesional. En época de prosperidad eso puede funcionar, con los bolsillos llenos a la gente no le importan que ganen los conservadores, pero con una crisis que se profundizará con los próximos presupuestos del Estado el rodillo de la derecha sólo traerá confrontación. Si la derecha no pacta solo conseguirá, para sus intereses, pan para hoy pero hambre para mañana. La derecha en España siempre ha sido torpe, como torpe ha sido Arenas en las elecciones andaluzas cultivando solo el voto de los entregados, cuando era de cajón que debería haber enterrado su imagen de arrogancia y buscar el voto en el campo contrario. Asustaron a la gente, tanto que la gente se ha asustado del PP.

La crisis es muy dura y parece casi eterna, pero peor era la situación tras la guerra mundial, y se conquistó el futuro haciendo contratos sociales, no rompiéndolos.

Damián Zamorano Vázquez
Estepona Información. 31.3.2012

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